La muerte del silencio
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Como alguien que despu茅s de un vasto tiempo de oscuridad
descubre tras el rostro de la noche
la inesperada presencia del amanecer,
hall贸 el adolescente en un repliegue de su vida
un tesoro nimbado de misteriosos brillos:
era la muerte del silencio. Y el muchacho
penetr贸 en el umbral de la poes铆a
con paso decidido y fervor en su pecho:
all铆 estaba la luz de la palabra,
el extra帽o fulgor de cada hora,
la ignorada expresi贸n de la hermosura
en el regazo de lo conocido.
Un d铆a, con un libro bajo el brazo,
anduvo por las calles so帽olientas y tibias
de una ciudad del sur, de su ciudad.
Sent贸se al fin en una plaza silenciosa
y vio c贸mo las manos del sol acariciaban
el oscuro verdor de los magnolios
con m谩s amor que en otras primaveras.
Abri贸 entonces el libro. Y s贸lo dos palabras
en su portada hall贸:
Te贸crito: Idilios.
Y el pastor siciliano se aproxim贸 al muchacho
y le cont贸 muchas historias, tan hermosas
como frutas silvestres o el canto de un jilguero.
Con voz muy dulce habl贸le largamente
de los amores mitol贸gicos, simples y fabulosos.
Y cuando sus palabras se apagaron
una flauta afligida se despert贸 a lo lejos.
La luz mediterr谩nea descansaba
en la plata apacible del olivo;
las cigarras cantaban en la sombra;
cerca del mar crec铆an las adelfas.
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Como alguien que despu茅s de un vasto tiempo de oscuridad
descubre tras el rostro de la noche
la inesperada presencia del amanecer,
hall贸 el adolescente en un repliegue de su vida
un tesoro nimbado de misteriosos brillos:
era la muerte del silencio. Y el muchacho
penetr贸 en el umbral de la poes铆a
con paso decidido y fervor en su pecho:
all铆 estaba la luz de la palabra,
el extra帽o fulgor de cada hora,
la ignorada expresi贸n de la hermosura
en el regazo de lo conocido.
Un d铆a, con un libro bajo el brazo,
anduvo por las calles so帽olientas y tibias
de una ciudad del sur, de su ciudad.
Sent贸se al fin en una plaza silenciosa
y vio c贸mo las manos del sol acariciaban
el oscuro verdor de los magnolios
con m谩s amor que en otras primaveras.
Abri贸 entonces el libro. Y s贸lo dos palabras
en su portada hall贸:
Te贸crito: Idilios.
Y el pastor siciliano se aproxim贸 al muchacho
y le cont贸 muchas historias, tan hermosas
como frutas silvestres o el canto de un jilguero.
Con voz muy dulce habl贸le largamente
de los amores mitol贸gicos, simples y fabulosos.
Y cuando sus palabras se apagaron
una flauta afligida se despert贸 a lo lejos.
La luz mediterr谩nea descansaba
en la plata apacible del olivo;
las cigarras cantaban en la sombra;
cerca del mar crec铆an las adelfas.
17 de julio de 1977
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