Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Pálidas están mis ganas de vivir, ...
Caí tan sola sobre la tierra,
Nunca ha sabido un hombre de dónde vine,
Sólo tú, pues algún día me uniré contigo.
Las bahías me rodean desde lejos,
Todas las cosas las vivo en la espuma.
El hombre que hostil me persigue, se estrella.
Y sé sólo de él en el sueño.
Y así vivo la creación de este mundo,
En la tierra ya liberada de su cáscara.
Y tú, la estrella, que del alto cielo cae,
Se entierra profundamente en el valle de mi corazón.
La tarde oscurece mucho mi sangre,
Vetea atormentada mi alma cansada.
Desnuda asciende de nuevo desde la marea anterior al mundo
Y teme que encarnada aquí en la tierra se equivoque.
Y lo que el día, antes de despertar,
Se perdió de la aurora...
Se lo ofrece el soñador juego de imágenes nocturnas
En tejidos multicolores.
Me traen lejanas manos a casa
Un piadoso ramo de hoces amarillas.
La manecilla anda silenciosa por la esfera
Del reloj de sol, que oro de mi vida tiene.
Versión de Sonia Almau
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