Canto a criceida
Poema publicado el 09 de Noviembre de 2012
Aire, que en el aire te vas,
y con el aire mis lamentos.
En el viento te llevas mi amor,
y regresas amor, con el viento.
Déjame soñarte despierta
o ven a dormir este sueño,
que tengo que abrazarte ahora
para no morir en el intento.
Para buscar en mis fantasías
y en las quimeras de ensueños
que la primavera de las rosas
florece después de los inviernos
y el júbilo alegre de la flor
al amargo llanto no cedieron,
que triste el labio que no deja
en el labio amado otro beso.
Porque soñaste en tu alcoba
como yo soñé, bajo tu lecho,
volar en el aire junto a ti,
sobre cabalgaduras de acero.
Y sobre caballos de metal,
alados, hasta los huesos.
Bebí la esencia de tu amor
de tu sublime universo.
Soñé el beso de mis manos
en cada pliegue de tu cuerpo,
y en cada brisa de tu piel
dejó mis manos su beso.
acariciada como lluvia
que humedecía tu pecho
mojé tu vientre de pasión
de ternura y de deseo.
Mojé los labios de la flor
empapándose tu misterio
con la lluvia de mi frente
y las voces de tu silencio,
que repetidas en el aire
y perfumadas en el incienso,
nuestro amor para siempre
quedó grabado con su fuego.
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Poema publicado el 09 de Noviembre de 2012
Aire, que en el aire te vas,
y con el aire mis lamentos.
En el viento te llevas mi amor,
y regresas amor, con el viento.
Déjame soñarte despierta
o ven a dormir este sueño,
que tengo que abrazarte ahora
para no morir en el intento.
Para buscar en mis fantasías
y en las quimeras de ensueños
que la primavera de las rosas
florece después de los inviernos
y el júbilo alegre de la flor
al amargo llanto no cedieron,
que triste el labio que no deja
en el labio amado otro beso.
Porque soñaste en tu alcoba
como yo soñé, bajo tu lecho,
volar en el aire junto a ti,
sobre cabalgaduras de acero.
Y sobre caballos de metal,
alados, hasta los huesos.
Bebí la esencia de tu amor
de tu sublime universo.
Soñé el beso de mis manos
en cada pliegue de tu cuerpo,
y en cada brisa de tu piel
dejó mis manos su beso.
acariciada como lluvia
que humedecía tu pecho
mojé tu vientre de pasión
de ternura y de deseo.
Mojé los labios de la flor
empapándose tu misterio
con la lluvia de mi frente
y las voces de tu silencio,
que repetidas en el aire
y perfumadas en el incienso,
nuestro amor para siempre
quedó grabado con su fuego.
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