A la amada lejana
Poema publicado el 16 de Junio de 2010
Amor mío, ya son tantos los veranos
y los inviernos que han pasado
desde el día que te has marchado.
Centenares de agujas hincan mi alma
desde el día de tu partida hasta hoy.
Cómo buscarte si no sé dónde estás
cómo encontrarte si todo es un laberinto;
laberinto de caminos negros
como el cuervo sobre los vientos.
Salpican mis lágrimas al caer.
No tengo noticias de tu peregrinaje.
Siento como que voy agonizar
en cualquier cerrar de mis ojos
si tu no regresas pronto.
Dónde estarás amada mía
porque me condena cada día
cuando las fuerzas me faltan
y el aire para repisar parece acabarse.
Se enfría mi alma por las noches,
no hay lunas ni estrellas para mi consuelo;
cuan vacíos son las noches de primavera
porque son tantos que pasaron.
Pululan las hojas en otoño, después caen
y mueren como tal vez pronto muera yo.
Si alguien comprendiera cómo me siento.
¿Quién pudiera comprender mi gran dolor?
si hasta la fe me falta, la he perdido
cuanto más debiera de tenerlos.
Amor mío, que pesar tan grande.
Son relámpagos para mi alma
son perdigones para mis huesos.
Si mil años fueran como un día
y no un día como mil años,
todo sería tan diferente amada mía.
Los ocasos son tan tristes.
Las garúas duelen, ya no son como antes
como cuando jugábamos con los rocíos.
Ah, aquellos tiempos, tú y yo
como si fuéramos únicos en el mundo.
No te sueño, y cuando te sueño, sufro;
penitencias confusas que luego se esconden
y nunca más vuelvo a recordarlos.
Como que te voy perdiendo lentamente.
Amada mía, son tantos los recuerdos
que se desparraman en mi alma;
se bañan de tantos y tantos dolores.
Ya no soy fuerte como antes
cuando debería de serlo, pero debilito.
Amada, cuánto nos extrañan las colinas,
las riveras, donde quedaron nuestras huellas, que ahora ya no existen, se han borrado.
Solitarios caminos ahora son aquellos
y me apenan caminar sin ti.
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Poema publicado el 16 de Junio de 2010
Amor mío, ya son tantos los veranos
y los inviernos que han pasado
desde el día que te has marchado.
Centenares de agujas hincan mi alma
desde el día de tu partida hasta hoy.
Cómo buscarte si no sé dónde estás
cómo encontrarte si todo es un laberinto;
laberinto de caminos negros
como el cuervo sobre los vientos.
Salpican mis lágrimas al caer.
No tengo noticias de tu peregrinaje.
Siento como que voy agonizar
en cualquier cerrar de mis ojos
si tu no regresas pronto.
Dónde estarás amada mía
porque me condena cada día
cuando las fuerzas me faltan
y el aire para repisar parece acabarse.
Se enfría mi alma por las noches,
no hay lunas ni estrellas para mi consuelo;
cuan vacíos son las noches de primavera
porque son tantos que pasaron.
Pululan las hojas en otoño, después caen
y mueren como tal vez pronto muera yo.
Si alguien comprendiera cómo me siento.
¿Quién pudiera comprender mi gran dolor?
si hasta la fe me falta, la he perdido
cuanto más debiera de tenerlos.
Amor mío, que pesar tan grande.
Son relámpagos para mi alma
son perdigones para mis huesos.
Si mil años fueran como un día
y no un día como mil años,
todo sería tan diferente amada mía.
Los ocasos son tan tristes.
Las garúas duelen, ya no son como antes
como cuando jugábamos con los rocíos.
Ah, aquellos tiempos, tú y yo
como si fuéramos únicos en el mundo.
No te sueño, y cuando te sueño, sufro;
penitencias confusas que luego se esconden
y nunca más vuelvo a recordarlos.
Como que te voy perdiendo lentamente.
Amada mía, son tantos los recuerdos
que se desparraman en mi alma;
se bañan de tantos y tantos dolores.
Ya no soy fuerte como antes
cuando debería de serlo, pero debilito.
Amada, cuánto nos extrañan las colinas,
las riveras, donde quedaron nuestras huellas, que ahora ya no existen, se han borrado.
Solitarios caminos ahora son aquellos
y me apenan caminar sin ti.
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