Rosa mÃstica
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Era ella.
Y nadie lo sabÃa.
Pero cuando pasaba
los árboles se arrodillaban.
Anidaba en sus ojos
el Ave MarÃa
y en su cabellera
se trenzaban las letanÃas,
Era ella.
Era ella.
Me desmayé en sus manos
como una hoja muerta
sus manos ojivales
que daban de comer a las estrellas.
Por el aire volaban
romanzas sin sonido.
Y en su almohada de pasos
me quedé dormido.
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Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Era ella.
Y nadie lo sabÃa.
Pero cuando pasaba
los árboles se arrodillaban.
Anidaba en sus ojos
el Ave MarÃa
y en su cabellera
se trenzaban las letanÃas,
Era ella.
Era ella.
Me desmayé en sus manos
como una hoja muerta
sus manos ojivales
que daban de comer a las estrellas.
Por el aire volaban
romanzas sin sonido.
Y en su almohada de pasos
me quedé dormido.
Mujer de ausencia
escultura de música en el tiempo.
Cuando modelo el busto
faltan los pies y el rostro se deshizo.
Ni el retrato me fija con su quÃmica
el momento justo.
Es un silencio muerto
en la infinita melodÃa.
Mujer de ausencia, estatua
de sal que se disuelve, y la tortura
de forma sin materia.
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