Poema 34
Poema publicado el 08 de Enero de 2016
Cuando Colón llegó a mi Isla,
se creyó que era continente: yo también.
Cuando di mis primeros pasos en el campo,
y monté en el burrito de Gertrudis, la niñera,
creí que todo era un continente.
Cuando miré las pequeñas colinas,
las creí grandes montañas.
Cuando vi los eternos cañaverales de Majaguabo,
para mí eran todo un continente.
Luego descubrí las playas de Santiago,
las lomas de Baracoa y las rocas de su viejo malecón.
Descubrí la bahía de Guantánamo y la vieja estación de trenes.
Los hermosos ríos de Holguín, y las calles polvorientas de San Luis
Pero aun así, Cuba era todo un continente.
En vano dibujé los mapas de la Isla.
De nada me sirvieron las clases de geografía.
Esta Isla siempre fue mi continente.
Sus arroyuelos siempre fueron mis ríos,
sus colinas: mis montañas, sus montes: mis junglas.
Sus héroes eran llamados apóstoles,
Y ningún cielo es tan azul, ni tiene tantas estrellas.
Sus palmas son “reales”, sus noches están preñadas
con miles historias, y del color del jazmín.
Su silencio es sagrado, su canto es angelical.
Los campos, las playas, las viejas ciudades, los pueblitos
polvorientos, y una ermita:
¡todos sus recuerdos son un continente!.
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Poema publicado el 08 de Enero de 2016
Cuando Colón llegó a mi Isla,
se creyó que era continente: yo también.
Cuando di mis primeros pasos en el campo,
y monté en el burrito de Gertrudis, la niñera,
creí que todo era un continente.
Cuando miré las pequeñas colinas,
las creí grandes montañas.
Cuando vi los eternos cañaverales de Majaguabo,
para mí eran todo un continente.
Luego descubrí las playas de Santiago,
las lomas de Baracoa y las rocas de su viejo malecón.
Descubrí la bahía de Guantánamo y la vieja estación de trenes.
Los hermosos ríos de Holguín, y las calles polvorientas de San Luis
Pero aun así, Cuba era todo un continente.
En vano dibujé los mapas de la Isla.
De nada me sirvieron las clases de geografía.
Esta Isla siempre fue mi continente.
Sus arroyuelos siempre fueron mis ríos,
sus colinas: mis montañas, sus montes: mis junglas.
Sus héroes eran llamados apóstoles,
Y ningún cielo es tan azul, ni tiene tantas estrellas.
Sus palmas son “reales”, sus noches están preñadas
con miles historias, y del color del jazmín.
Su silencio es sagrado, su canto es angelical.
Los campos, las playas, las viejas ciudades, los pueblitos
polvorientos, y una ermita:
¡todos sus recuerdos son un continente!.
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