Solo mia
Poema publicado el 11 de Diciembre de 2008
122 SOLO MIA
Una dulce melodía,
tarareaba un violín,
un saxo le acompañaba
y tu fragancia sentí.
Mi mente como un espejo,
tu figura reflejo.
Mi alma quedo inundada,
De paz y satisfacción.
Esos placeres cumplidos,
que contigo imagine.
Esos sueños realizados,
los que contigo soñé.
Esa vida placentera,
que me enseñaste a vivir.
Esos placeres y gozos,
que solemos compartir,
Ese mirarte a los ojos,
para sentirme feliz.
Esa bendita nostalgia,
que me invade al recordar,
Cuando me dijiste si,
delante de aquel altar.
Ese caminar unidos,
por la senda del amor,
esa paz esa ternura,
y esa eterna comprensión.
Ese sentir que eres mía,
por toda la eternidad.
Ese saber que disfrutas,
cuando tu a mi lado estas.
Esa paciencia infinita,
que muestras al corregir.
Los errores que cometo,
en esto del convivir.
Esa agradable ternura,
que me sueles regalar,
cuando llego tarde a casa,
si me descuido en el bar.
Esa sonrisa de ángel,
llena de sinceridad
es el único reproche,
si algo me salio mal.
Ese amor que me demuestran,
tus ojos con su mirar.
Ellos me lo dicen todo,
si tú no quieres hablar
Esos hermosos silencios,
que me invitan a pensar.
Que seria de mi vida,
de no poderte abrazar.
De pronto callo el violín,
el saxo enmudeció.
Yo sigo pensando en ti,
pues me obliga la pasión
Autor: Guillermo del Valle Marcos
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Poema publicado el 11 de Diciembre de 2008
122 SOLO MIA
Una dulce melodía,
tarareaba un violín,
un saxo le acompañaba
y tu fragancia sentí.
Mi mente como un espejo,
tu figura reflejo.
Mi alma quedo inundada,
De paz y satisfacción.
Esos placeres cumplidos,
que contigo imagine.
Esos sueños realizados,
los que contigo soñé.
Esa vida placentera,
que me enseñaste a vivir.
Esos placeres y gozos,
que solemos compartir,
Ese mirarte a los ojos,
para sentirme feliz.
Esa bendita nostalgia,
que me invade al recordar,
Cuando me dijiste si,
delante de aquel altar.
Ese caminar unidos,
por la senda del amor,
esa paz esa ternura,
y esa eterna comprensión.
Ese sentir que eres mía,
por toda la eternidad.
Ese saber que disfrutas,
cuando tu a mi lado estas.
Esa paciencia infinita,
que muestras al corregir.
Los errores que cometo,
en esto del convivir.
Esa agradable ternura,
que me sueles regalar,
cuando llego tarde a casa,
si me descuido en el bar.
Esa sonrisa de ángel,
llena de sinceridad
es el único reproche,
si algo me salio mal.
Ese amor que me demuestran,
tus ojos con su mirar.
Ellos me lo dicen todo,
si tú no quieres hablar
Esos hermosos silencios,
que me invitan a pensar.
Que seria de mi vida,
de no poderte abrazar.
De pronto callo el violín,
el saxo enmudeció.
Yo sigo pensando en ti,
pues me obliga la pasión
Autor: Guillermo del Valle Marcos
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