Lix
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
¡Cuántas veces al pie de las musgosas
paredes que la guardan
oà la esquila que al mediar la noche
a los maitines llama!
¡Cuántas veces trazó mi silueta
la luna plateada,
junto a la del ciprés, que de su huerto
se asoma por las tapias!
Cuando en sombras la iglesia se envolvÃa
de su ojiva calada,
¡cuántas veces temblar sobre los vidrios
vi el fulgor de la lámpara!
Aunque el viento en los ángulos oscuros
de la torre silbara,
del coro entre las voces percibÃa
su voz vibrante y clara.
En las noches de invierno, si un medroso
por la desierta plaza
se atrevÃa a cruzar, al divisarme,
el paso aceleraba.
Y no faltó una vieja que en el torno
dijese a la mañana
que de algún sacristán muerto en pecado
acaso era yo el alma.
A oscuras conocÃa los rincones
del atrio y la portada;
de mis pies las ortigas que allà crecen
las huellas tal vez guardan.
Los búhos, que espantados me seguÃan
con sus ojos de llamas,
llegaron a mirarme con el tiempo
como a un buen camarada.
A mi lado sin miedo los reptiles
se movÃan a rastras;
¡hasta los mudos santos de granito
creo que me saludaban!
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
¡Cuántas veces al pie de las musgosas
paredes que la guardan
oà la esquila que al mediar la noche
a los maitines llama!
¡Cuántas veces trazó mi silueta
la luna plateada,
junto a la del ciprés, que de su huerto
se asoma por las tapias!
Cuando en sombras la iglesia se envolvÃa
de su ojiva calada,
¡cuántas veces temblar sobre los vidrios
vi el fulgor de la lámpara!
Aunque el viento en los ángulos oscuros
de la torre silbara,
del coro entre las voces percibÃa
su voz vibrante y clara.
En las noches de invierno, si un medroso
por la desierta plaza
se atrevÃa a cruzar, al divisarme,
el paso aceleraba.
Y no faltó una vieja que en el torno
dijese a la mañana
que de algún sacristán muerto en pecado
acaso era yo el alma.
A oscuras conocÃa los rincones
del atrio y la portada;
de mis pies las ortigas que allà crecen
las huellas tal vez guardan.
Los búhos, que espantados me seguÃan
con sus ojos de llamas,
llegaron a mirarme con el tiempo
como a un buen camarada.
A mi lado sin miedo los reptiles
se movÃan a rastras;
¡hasta los mudos santos de granito
creo que me saludaban!
¿Pudiera decirnos en que categorÃa ubicarÃa este poema?
Amor
Amistad
Familia
Poemas de Cumpleaños
Poemas de San ValentÃn o
DÃa de los Enamorados
Poemas del DÃa de la Mujer
Poemas del DÃa de las Madres
Poemas del DÃa de los Padres
Poemas de Navidad
Poemas de Halloween
Infantiles
Perdón
Religiosos
Tristeza y Dolor
Desamor
Otra CategorÃa
¿ Te gustó este poema? Compártelo: Amor
Amistad
Familia
Poemas de Cumpleaños
Poemas de San ValentÃn o
DÃa de los Enamorados
Poemas del DÃa de la Mujer
Poemas del DÃa de las Madres
Poemas del DÃa de los Padres
Poemas de Navidad
Poemas de Halloween
Infantiles
Perdón
Religiosos
Tristeza y Dolor
Desamor
Otra CategorÃa
Compartiendo el poema con tus amigos en facebook ayudas a la difusión de estas bellas creaciones poéticas y ayudas a dar a conocer a los poetas.

