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El mar de la vida - Poemas de Ignacio Álvarez Fernández



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El mar de la vida
Poema publicado el 04 de Marzo de 2010

El mar,
Implacable como siempre,
Desafiante como nunca.
Impone su condición,
Frente a aquellos que osen,
Desafiar su color.

Ricos y pobres,
Valientes y tímidos,
Todos sucumben,
Ante su atronador silencio.

Que cerca las montañas,
Que lejos el horizonte,
Horizonte de la vida,
Que comparte con la muerte.

El mar es infinito,
Que dolor pensar,
Que la vida no lo es.
Pero, ¿para qué?
¿Para reír, para bailar,
para sufrir, para llorar?

La luz del faro ilumina,
El tan lejano horizonte,
Con sus pequeñas luces,
De barcos pasajeros.
Pasa la vida como los barcos,
Entre risas y llantos.
Pasa feliz, pasa triste, pero pasa.

El camino está iluminado,
Por la pequeña luz del faro.
La ocultan sombras y tinieblas,
Que ciernen la oscuridad sobre ti.
¿De qué sirve ser feliz?
¿De qué sirven esas risas, esos llantos?
¿De qué los alegres cantos?
¿De qué las ilusiones?
¿De qué los perdones?
Si todo acaba muerto,
Dejándote solitario,
En el mundo del cuento,
De aquel viejo presidiario.

Las luces de la ciudad,
Se acaban con la oscuridad del mar.
Día nuboso o soleado,
Todo recuerda el pasado.

Al que te aferras intentando sobrevivir,
Para no caer muerto, sin principio, sin fin,
Sin un camino, sin un destino,
Sin un motivo para seguir.

Para seguir disfrutando,
De lo que ya no tienes,
De lo que se fue, de lo que te dejó.
Rebuscando en la hoguera del pasado,
Esas cenizas de amor,
Los restos de pasión.

Cada ola del mar,
Cada brisa en la cara,
Recuerdan todo aquello,
Que con los ojos cerrados,
Vivimos hace nada.

Tempus fugit, dicen algunos,
Frase que yo comparto,
Frase que enseña,
Que la vida es pequeña.
Que los sueños e ilusiones,
Echan del barco a volar,
Aquel lejano, en el horizonte del mar.

Que paz, que tranquilidad,
Ahora de vuelta a la ciudad,
A seguir siendo sabio,
Sabio atemorizante,
Que feliz es el ignorante.

Que bonito es el mar,
Que bonitos sus sonidos,
Acarician tu oído las olas,
A falta de caracolas.

Mis lágrimas llenarían el mar,
Sin falta de tormentas,
Al menos no en el cielo,
Ya hay demasiadas en el suelo.

El abrigo que necesito,
Contra los vientos del mar,
Lo tengo allí colgado,
Quizá lo vea en mi funeral.

Me abandonó cuando se rompió,
Cuando tuvo miedo de seguir cubriéndome,
Cuando dijo “hasta aquí hemos llegado”,
Y terminó sus días cansado.
Ahora quizá abrigue a otro,
Nadie quiere estar solo.

Se quedó tirado en un sofá para dos,
Espero volver a verlo,
El día que me digan adiós.

Las ilusiones no son solo mías,
Pero no vale la pena,
Tenerlas en cuenta en la vida.

Así estoy yo sin ti,
Pero está bien así,
Solo, disfruta y se feliz.


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