Somos pobres amor
Poema publicado el 05 de Marzo de 2010
Somos Pobres Amor
Que tan pobres somos amor.
Que cobija el recuerdo la luz de la luna en espejos de agua cristalina.
En cielo estrellado la luz de nuestra habitación asoma entre las grietas que dejan ver las copas de los arboles.
Que techo de nubes viajeras con hostiles adornos de brisa y premura. Refugio de lluvia aquel árbol viejo de ramas ahogadas y secos retoños. Que las paredes son ilusiones, con pintura vieja de sueños perdidos.
Y el aviso de la mañana, el despertar del alba que frunce el ceño de nuestros rostros.
Que el sol vigilante de días eternos y ladrones de sueños. Maleza marchita adorna la entrada del nido forjado de desesperación y tristeza.
Que el viento se asoma y despeina las frases, suspiros del alma pintados de rosa. Que el alimento, amor pronunciado que sacia el hambre de nuestros cuerpos.
Que tan pobres somos amor.
Que como música el rechinido de la madera que golpetea nuestra puerta.
Y el candil de nuestra ilusión vigilante de nuestros críos, dormidos en camas de piedra y almohadas de pasto.
Y las velas de luciérnagas se esconden y apagan como guardándose al cumplir su jornada.
Que tan pobres somos amor
Que compramos el día con rocas de humildes colores envueltos en hojas de otoño. Que el fuego en nuestro merendero son manos frotadas al palmo de nuestras caricias.
Y adornos funestos recuadros manchados de gotas de lluvia y roció olvidado.
Que tan pobres somos amor.
Que de antaño recuerdos premonición de un destino incierto. Lectura nocturna las palmas de nuestras manos y dedos cansados callosos y sucios. Ojos marchitos, de arrugas y aventuras de magia sutil.
Que tan pobres somos amor.
Que en abrazos y besos, con ternura, envolvemos cada día a la espera de una vida mejor, en la eternidad, en el cielo con dios…
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Poema publicado el 05 de Marzo de 2010
Somos Pobres Amor
Que tan pobres somos amor.
Que cobija el recuerdo la luz de la luna en espejos de agua cristalina.
En cielo estrellado la luz de nuestra habitación asoma entre las grietas que dejan ver las copas de los arboles.
Que techo de nubes viajeras con hostiles adornos de brisa y premura. Refugio de lluvia aquel árbol viejo de ramas ahogadas y secos retoños. Que las paredes son ilusiones, con pintura vieja de sueños perdidos.
Y el aviso de la mañana, el despertar del alba que frunce el ceño de nuestros rostros.
Que el sol vigilante de días eternos y ladrones de sueños. Maleza marchita adorna la entrada del nido forjado de desesperación y tristeza.
Que el viento se asoma y despeina las frases, suspiros del alma pintados de rosa. Que el alimento, amor pronunciado que sacia el hambre de nuestros cuerpos.
Que tan pobres somos amor.
Que como música el rechinido de la madera que golpetea nuestra puerta.
Y el candil de nuestra ilusión vigilante de nuestros críos, dormidos en camas de piedra y almohadas de pasto.
Y las velas de luciérnagas se esconden y apagan como guardándose al cumplir su jornada.
Que tan pobres somos amor
Que compramos el día con rocas de humildes colores envueltos en hojas de otoño. Que el fuego en nuestro merendero son manos frotadas al palmo de nuestras caricias.
Y adornos funestos recuadros manchados de gotas de lluvia y roció olvidado.
Que tan pobres somos amor.
Que de antaño recuerdos premonición de un destino incierto. Lectura nocturna las palmas de nuestras manos y dedos cansados callosos y sucios. Ojos marchitos, de arrugas y aventuras de magia sutil.
Que tan pobres somos amor.
Que en abrazos y besos, con ternura, envolvemos cada día a la espera de una vida mejor, en la eternidad, en el cielo con dios…
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