Quimera del alma
Poema publicado el 07 de Abril de 2015
En este mundo astrífero,
en que mi dolor impera,
serè mortal alípide;
para así, alígero prenderme
del acíbar de mi fuente.
Pues mis mañanas floridas
de azahares, han quedado
adormitadas en el palaciego
de mis sueños.
¿Por qué no retornan?
Y me brindan prestas
el plácido encanto
de una alborada mueva.
Más no, mi lamento
adelantóse a la esperanza
y en profunda sima
halló sosiego.
Añorando lejanos lares
de auroras purpurinas,
de crepúsculos diamantinos,
de hechizadas noches de luna,
emprendióse mi quimera.
El grito del alma
cursó el infinito espacio,
anidó con el viento
en su morada errante,
navegó en olvidados mares
de ascuas realidades,
frisó con el viento
en su vasto imperio;
y al final, ¡y al final¡
de impetuoso viaje,
cual saeta sin rumbo
cierto, encontró respuesta
a tal quimera.
Si, si eres un hombre,
Lascivo errante de pasión
ardido, inquebrantable esencia
de tu ser; al pecho llevas
escarnecido y mudo,
dolores del ayer,
llantos del día,
presagios del mañana.
Tú eres y no eres,
el tiempo es tuyo y no lo es.
¿Por qué? Descifrar la vida
en el minuto, si ella, en su hora
va descollando paso a paso
tu mentira;
luego un suspiro, un silencio,
un vacío…
Tiempo de eternidades convertìase
la angustia y en el fondo del misterio
mismo, emergía como en el báratro,
la ardiente llama, crúor de venas
agitadas, por torbellinos de miseria,
que incandescentes al sentir lejano
consumíanse al llanto del ego.
Una mirada retornó al pasado,
mas sepultados encontró recuerdos,
tan sólo distinguíose en nublados
cielos, la parca en pos
de su vigía, visión horrífica
del alma despojada.
(fragmento)
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Poema publicado el 07 de Abril de 2015
En este mundo astrífero,
en que mi dolor impera,
serè mortal alípide;
para así, alígero prenderme
del acíbar de mi fuente.
Pues mis mañanas floridas
de azahares, han quedado
adormitadas en el palaciego
de mis sueños.
¿Por qué no retornan?
Y me brindan prestas
el plácido encanto
de una alborada mueva.
Más no, mi lamento
adelantóse a la esperanza
y en profunda sima
halló sosiego.
Añorando lejanos lares
de auroras purpurinas,
de crepúsculos diamantinos,
de hechizadas noches de luna,
emprendióse mi quimera.
El grito del alma
cursó el infinito espacio,
anidó con el viento
en su morada errante,
navegó en olvidados mares
de ascuas realidades,
frisó con el viento
en su vasto imperio;
y al final, ¡y al final¡
de impetuoso viaje,
cual saeta sin rumbo
cierto, encontró respuesta
a tal quimera.
Si, si eres un hombre,
Lascivo errante de pasión
ardido, inquebrantable esencia
de tu ser; al pecho llevas
escarnecido y mudo,
dolores del ayer,
llantos del día,
presagios del mañana.
Tú eres y no eres,
el tiempo es tuyo y no lo es.
¿Por qué? Descifrar la vida
en el minuto, si ella, en su hora
va descollando paso a paso
tu mentira;
luego un suspiro, un silencio,
un vacío…
Tiempo de eternidades convertìase
la angustia y en el fondo del misterio
mismo, emergía como en el báratro,
la ardiente llama, crúor de venas
agitadas, por torbellinos de miseria,
que incandescentes al sentir lejano
consumíanse al llanto del ego.
Una mirada retornó al pasado,
mas sepultados encontró recuerdos,
tan sólo distinguíose en nublados
cielos, la parca en pos
de su vigía, visión horrífica
del alma despojada.
(fragmento)
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