Viaje al puerto.
Poema publicado el 28 de Abril de 2010
Bruma azul, candente transpirar, y apenas atardece,
cantos, música y un añejo navegar,
brisa que despierta a la luz y los dioses parecen dormitar,
las profundidades del océano se convierten en un sueño intenso.
Caminar, andar y no parar; azul celeste, agua y sal,
cardumen de vida, constelaciones que guían el crepúsculo,
barcas que suspiran reflejándose en la mar,
comienza a perderse enrojecido el astro rey en el horizonte.
Las olas resoplan, transgreden la arena, ya después se van,
pero no las extrañes demasiado, entre parpadeo y parpadeo,
regresan con blanca espuma en el rostro, acarrean el vientre marino,
entrañas verde azuladas, caracolas, conchas, y plantas, alimento mío.
Titanes de acero, flotan en los muelles,
oxidadas anclas recuerdan tantas veces estar frente al puerto,
gente que ríe, personas que lloran, otras más se aparecen aquí y allá;
el minusválido deja a un lado su silla, respira muy de cerca el mar.
El continente aquí se trunca, el golfo se antoja inmenso,
la luna sólo se refleja en las aguas, y en ellas va la luz lunar,
¡Sólo Veracruz es bello! Expresa el alcohólico, da media vuelta, se va;
aquí la brisa nunca para, mucho menos la serenidad.
Puerto de Veracruz. México.
Jesús Brilanti Torres
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Poema publicado el 28 de Abril de 2010
Bruma azul, candente transpirar, y apenas atardece,
cantos, música y un añejo navegar,
brisa que despierta a la luz y los dioses parecen dormitar,
las profundidades del océano se convierten en un sueño intenso.
Caminar, andar y no parar; azul celeste, agua y sal,
cardumen de vida, constelaciones que guían el crepúsculo,
barcas que suspiran reflejándose en la mar,
comienza a perderse enrojecido el astro rey en el horizonte.
Las olas resoplan, transgreden la arena, ya después se van,
pero no las extrañes demasiado, entre parpadeo y parpadeo,
regresan con blanca espuma en el rostro, acarrean el vientre marino,
entrañas verde azuladas, caracolas, conchas, y plantas, alimento mío.
Titanes de acero, flotan en los muelles,
oxidadas anclas recuerdan tantas veces estar frente al puerto,
gente que ríe, personas que lloran, otras más se aparecen aquí y allá;
el minusválido deja a un lado su silla, respira muy de cerca el mar.
El continente aquí se trunca, el golfo se antoja inmenso,
la luna sólo se refleja en las aguas, y en ellas va la luz lunar,
¡Sólo Veracruz es bello! Expresa el alcohólico, da media vuelta, se va;
aquí la brisa nunca para, mucho menos la serenidad.
Puerto de Veracruz. México.
Jesús Brilanti Torres
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