En tus santas pupilas
Poema publicado el 08 de Mayo de 2024
Virgen de Guadalupe, santa madre del Verbo,
hermosa y tan humilde que vistes con ayate,
traigo mi alma cristiana desolada cual cerro
y aguardo rosas frescas que me alegren el viaje.
En días tenebrosos me iluminan tus rayos,
en noches interiores me orientan tus estrellas
y bajo el poderoso refugio de tu manto
una íntima paz baña de gracia mi existencia.
Me rindo ante tu imagen, al pie de tanta gloria,
con filial sentimiento, con devoción profunda.
Tú has convertido en carne mi corazón de roca
y me has ido puliendo con la luz de tu luna.
Suplico aquellos dones que Dios te ha prodigado
para nosotros, pobres y vanos pecadores.
¡Por tu misericordia, haz que con tu rosario
pueda volver diamantes mis más negros carbones!
Contigo, uno mis manos en oración al Padre
y te devuelvo flores que hoy crecen en mi alma.
Tu presencia hace menos amargo nuestro valle
a pesar de las piedras que desgarran las plantas.
Virgen de Guadalupe, te encomiendo mi vida.
Que cuando Dios reciba mi suspiro postrero
me descubra entre aquellos que habitan tus pupilas
pues tus ojos piadosos abren la puerta al cielo.
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Poema publicado el 08 de Mayo de 2024
Virgen de Guadalupe, santa madre del Verbo,
hermosa y tan humilde que vistes con ayate,
traigo mi alma cristiana desolada cual cerro
y aguardo rosas frescas que me alegren el viaje.
En días tenebrosos me iluminan tus rayos,
en noches interiores me orientan tus estrellas
y bajo el poderoso refugio de tu manto
una íntima paz baña de gracia mi existencia.
Me rindo ante tu imagen, al pie de tanta gloria,
con filial sentimiento, con devoción profunda.
Tú has convertido en carne mi corazón de roca
y me has ido puliendo con la luz de tu luna.
Suplico aquellos dones que Dios te ha prodigado
para nosotros, pobres y vanos pecadores.
¡Por tu misericordia, haz que con tu rosario
pueda volver diamantes mis más negros carbones!
Contigo, uno mis manos en oración al Padre
y te devuelvo flores que hoy crecen en mi alma.
Tu presencia hace menos amargo nuestro valle
a pesar de las piedras que desgarran las plantas.
Virgen de Guadalupe, te encomiendo mi vida.
Que cuando Dios reciba mi suspiro postrero
me descubra entre aquellos que habitan tus pupilas
pues tus ojos piadosos abren la puerta al cielo.
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Compartiendo el poema con tus amigos en facebook ayudas a la difusión de estas bellas creaciones poéticas y ayudas a dar a conocer a los poetas.