Taciturna
Poema publicado el 28 de Mayo de 2013
Ya no tengo más lágrimas, porque me corroe el desengaño.
El sol nos voló las aves, y las aves su claridad.
La tarde nos deshizo justamente, donde más nos duele el amasijo.
En esta tierra de silencio, en la que uno sigue respirando en carne viva. Vos ahí seguís durmiendo muerta. Desprovista de su abrigo. Tan ausente como ella. Imitándola, indagándola. Para enraizarte en su tendón —por un instante—, enramarte en los cimientos de su musculatura. Y aquí contemplando toda esta erosión —de la que somos parte separada—, sigo tramitando reanimarte de puño y letra. Buscando un espejo que la halle. Algún gris que te abrase en el papel durante esta perpetua pasantía, donde la vida nos desgarra el vientre, y acude a dominar nuestra inexistencia.
Ya no tengo más lágrimas que lloren, porque no hay más agua que naufrague por los cuerpos de estos días. Quisiera partir al extranjero para encontrarla en una flor de algún balcón. En un mar, o cielo maternal para que pueda recuperarte con una su sonrisa verde, con su mirada azul.
Ya no quiero buscarle etcéteras a la vida que no tiene. Tal vez las aves que se han ido con ella, alguna tarde las oigas chirriar por la ventana. Tan de pie, tan cerca tuyo.
Posiblemente el sol nos done su valor para no morir en esta isla. Donde las paredes expresan húmedos humores. Lloran las palabras su luz. Donde refusila toda ésta oscuridad.
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Poema publicado el 28 de Mayo de 2013
Ya no tengo más lágrimas, porque me corroe el desengaño.
El sol nos voló las aves, y las aves su claridad.
La tarde nos deshizo justamente, donde más nos duele el amasijo.
En esta tierra de silencio, en la que uno sigue respirando en carne viva. Vos ahí seguís durmiendo muerta. Desprovista de su abrigo. Tan ausente como ella. Imitándola, indagándola. Para enraizarte en su tendón —por un instante—, enramarte en los cimientos de su musculatura. Y aquí contemplando toda esta erosión —de la que somos parte separada—, sigo tramitando reanimarte de puño y letra. Buscando un espejo que la halle. Algún gris que te abrase en el papel durante esta perpetua pasantía, donde la vida nos desgarra el vientre, y acude a dominar nuestra inexistencia.
Ya no tengo más lágrimas que lloren, porque no hay más agua que naufrague por los cuerpos de estos días. Quisiera partir al extranjero para encontrarla en una flor de algún balcón. En un mar, o cielo maternal para que pueda recuperarte con una su sonrisa verde, con su mirada azul.
Ya no quiero buscarle etcéteras a la vida que no tiene. Tal vez las aves que se han ido con ella, alguna tarde las oigas chirriar por la ventana. Tan de pie, tan cerca tuyo.
Posiblemente el sol nos done su valor para no morir en esta isla. Donde las paredes expresan húmedos humores. Lloran las palabras su luz. Donde refusila toda ésta oscuridad.
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