Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Hora de soledad y de melancolÃa,
en que casi es de noche y casi no es de dÃa.
Hora para que vuelva todo lo que se fue
hora para estar triste, sin preguntar por qué.
Todo empieza a morir cuando nace el olvido.
Y es tan dulce buscar lo que no se ha perdido...
¡Y es tan agria esta angustia terriblemente cierta
de un gran amor dormido que de pronto despierta!
Viendo pasar las nubes se comprende mejor
que asà como ellas cambian, va cambiando el amor,
y aunque decimos: ¡Todo se olvida, todo pasa...!
en las cenizas, a veces nos sorprende una brasa.
Porque es triste creer que se secó una fuente,
y que otro bebe el agua que brota nuevamente:
o una estrella apagada que vuelve a ser estrella,
y ver que hay otros ojos que están fijos en ella.
Decimos: ¡Todo pasa, porque todo se olvida...!
y el recuerdo entristece lo mejor de la vida.
Apenas ha durado para amarte y perderte
este amor que debÃa durar hasta la muerte.
Fugaz como el contorno de una nube remota,
tu amor nace en la espiga muriendo en la gaviota.
Tu amor, cuando era mÃo, no me pertenecÃa.
Hoy, aunque vas con otro, quizás eres mas mÃa.
Tu amor es como el viento que cruza de repente:
Ni se ve, ni se toca, pero existe y se siente.
Tu amor es como un árbol que renunció a su altura,
pero cuyas raÃces abarcan la llanura.
Tu amor me negó siempre lo poco que pedÃ,
y hoy me da esta alegrÃa de estar triste por ti.
Y, aunque creà olvidarte, pienso en ti todavÃa,
cuando, aun sin ser de noche, deja de ser de dÃa.
¿ Te gustó este poema? Compártelo: