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Notas perdidas - Poemas de José Asunción Silva



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Categoría: Poemas de Amor
Notas perdidas
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008

I
Es media noche. –Duerme el mundo ahora
bajo el ala de niebla del silencio               
vagos rayos de luna
y el fulgor incierto
de lámpara velada               
alumbran su aposento.
En las teclas del piano
vagan aún sus marfilinos dedos,              
errante la mirada
dice algo que no alcanza el pensamiento.
¡Cómo perfuma el aire el blanco ramo               
marchito en el florero,
cuán suave es el suspiro
que vaga entre sus labios entreabiertos!               

¡Adriana! ¡Adriana! de tan dulces horas
guardarán el secreto               
tu estancia, el rayo de la luna, el vago
ruido de tus besos,
la noche silenciosa,               
y en mi alma el recuerdo!...

              

II
Si en vosotras algún día               
se fijan sus ojos bellos,
¡pobres estrofas! habladle
con rumor suave y ledo               
como notas de una música
que oímos ha mucho tiempo,
y que impregnada de aromas               
torna en las alas del viento.
Alzada cual leve brisa
besad sus blondos cabellos               
y penetrad en su alma
y en los espacios perdeos
como en la santa capilla               
las espirales de incienso!...

              

III
Como recuerdo de su amor sincero,               
recuerdo dulce y único
de aquel amor suave y melancólico
cual la luz del crepúsculo,               
guardo en un cofrecito plateado
unas rosas de musgo
las contemplo en mis horas de alegría,               
las beso cuando sufro,
¡aún guardan el perfume penetrante
de los cabellos suyos!               

Cuando bajo la tierra muda y fría
duerma, lejos del mundo,               
cuando el ramaje de movible sauce
cobije mi sepulcro,
sobre la piedra que mis restos vele               
poned el ramo mustio!

              

IV
La noche en que al dulce beso               
del amor, se abrió su alma
caminando lentamente
iba, en mi brazo apoyada.               
No había luna. Las estrellas
vertían su luz escasa,
y sobre el cielo profundo               
nuestros ojos contemplaban
como una bruma ligera,
la brillante vía láctea,               
..................... suspiró.
Con voz muy queda
dime, le dije, ¡te cansas!               
alzó la hermosa cabeza,
se iluminó su mirada
y murmuró. Mira dicen               
que es grande, inmensa la vaga
bruma que brilla a lo lejos
como una niebla de plata,               
que la forman otros mundos
que están a inmensa distancia,
que la luz solar invierte               
siglos en atravesarla,
y si Dios quisiera un día
a ti y a mí darnos alas               
esa distancia infinita
feliz, contigo cruzara!

Bajo la noble cabeza               
desvió la viva mirada
y dijo paso –de nuevo
me preguntabas "te cansas"

              

VII
Como tú sobre la dura               
roca nativa, parásita
también he visto en la vida
sobre las rocas más áridas               
criaturas tristes y buenas
embellecer...

              

VIII
¡La visteis! dulce y serena               
su faz retrata su calma
y aunque de visiones llena
aún está virgen su alma.               

Tiene la piel suave y pura
cual las hojas de las lilas,
ensueños de honda ternura               
rebosan en sus pupilas.

Pequeño y la forma arqueada
el pie nervioso y breve               
y pálida y hoyuelada
la blanca mano de nieve.

La mirada traviesa               
con lumbre vívida brilla
bajo de la blonda espesa
de la española mantilla.               
Y al meditar en sus besos
perdiéndose en sus miradas
se sueñan locos excesos               
de frescas carnes rosadas.

Su alegre estancia risueña
medio-templo, medio-nido,               
conversa al alma que sueña
con un lenguaje escondido.

Hacia sus grandes ventanas               
que velan leves cortinas
tienden las oscuras ramas
las madreselvas vecinas.               

De noche mis pensamientos
allí van –ruido importuno
en las alas de los vientos               
con los rayos de la luna.

Y al penetrar, a la mesa
vuelan –do lee o delira-               
o hacia el Cristo al cual le reza,
o al espejo do se mira.
              
Y cual una visión vana
que evaporándose crece
se salen por la ventana               
cuando la aurora amanece!




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