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Cantina del olvido - Poemas de Jose Fabian Carrera



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Cantina del olvido
Poema publicado el 01 de Agosto de 2024

En la cantina del olvido, mi alma halla calma,
cantando mi pena, borracho de dolor.
Entre copas y recuerdos, enveneno mi alma,
tratando de olvidar esta pena de amor.

La cantina, testigo, de mi desdicha y pena,
en el altar de mis sueños, su imagen venero.
Pero en la realidad, su ausencia es condena,
en el licor, busco olvido, pero más la quiero.

En el rincón más oscuro, mi llanto se esconde,
la guitarra acompaña mi triste canción.
El vino tinto se mezcla con lágrimas, responde
al corazón quebrado, en su desolación.

Y en cada trago profundo, su rostro aparece,
como un fantasma dulce que no puedo tocar.
La memoria tortura, el alma enloquece,
y en cada copa vacía, intento escapar.

La noche cae pesada, en la barra me inclino,
buscando en el silencio, alguna solución.
Pero solo encuentro el eco de mi destino,
y en cada sorbo amargo, pierdo la razón.

Así pasan las horas, en la penumbra fría,
donde cada botella cuenta una historia.
De un amor perdido, que en la melancolía,
se convierte en leyenda, en triste memoria.

La música se detiene, la luz se hace tenue,
y en la soledad, mi esperanza se desvanece.
En la cantina del olvido, donde todo se extenue,
solo queda el vacío, que a mi alma estremece.

Pero aún en la tristeza, una chispa se enciende,
un recuerdo feliz que el tiempo no borró.
En la cantina del olvido, donde el dolor se prende,
a veces se encuentra paz, y el corazón sanó.

Con cada nuevo amanecer, la vida se renueva,
y aunque el dolor persiste, la fuerza surge.
En la cantina del olvido, la esperanza se eleva,
y en el fondo del vaso, la vida se conjura.

Porque aunque el amor se fue, y la pena es eterna,
en la cantina del olvido, se aprende a sobrevivir.
Con cada copa que se llena, la mente se gobierna,
y en la melodía del adiós, se aprende a seguir.

Así, en la cantina del olvido, se forjan las almas,
en el crisol del despecho, el carácter se templó.
Y aunque la pena es profunda, y el corazón clama,
en el refugio del olvido, el espíritu creció.

Porque en cada despedida, hay un nuevo comienzo,
y en cada final, una lección se descubrió.
En la cantina del olvido, en el vino denso,
se encuentra la sabiduría, que el tiempo enseñó.

Y cuando la noche cede, y la luz se asoma,
en la cantina del olvido, la vida continúa.
Porque aunque el corazón llora, y el alma se asombra,
en el amargo dulzor, la existencia fluye y flota.

Así, en la cantina del olvido, se escribe la historia,
de un amor que fue, de un futuro que será.
Y aunque la pena es grande, y la soledad notoria,
en la cantina del olvido, la vida no se va.


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