Anhelo eterno
Poema publicado el 26 de Agosto de 2010
ANHELO ETERNO
Que no persista el cobarde empeño
de sembrar bajo tierra,
en vez de semillas,
hombres buenos.
Que los fusiles no hagan
doblar las campanas
y en los ojos de los niños
no fructifiquen lágrimas.
No hayan vientres vacíos
tiritando en camastros,
ni brazos caídos
aprehendiendo lo amargo.
No se crispen los puños
salvo de alegría
y me arrulle la paz
al fenecer el día.
Sobre el pecho vapuleado
prefiero la cruz de adversidad en vida
que adornar mi tumba
con la del crucificado.
Aro la tierra entrañable
hallando restos humanos
lanzo mi red al río
y solo cadáveres atrapo.
Niños de la calle
con pegamento el hambre evaden,
manos sin oficios
con saña nos agreden.
Mutilados de guerra,
escuelas y profesores difuntos;
hospitales enfermos, la atención en huelga,
arcas públicas vacías,
llenos los bolsillos
de funcionarios corruptos.
Nunca conoceré Roma o París,
salvo en coloridas postales;
el más inútil politicastro
ya conoce medio mundo
con mis impuestos pagados.
Pese a la insistencia del famélico
no emanan leche raquíticos senos.
¡Violencia maldita!
regando los campos con sangre
déjame abrazar a mi enemigo,
ayudar al caído,
consolar al vencido,
Y plantarle a la indiferencia freno.
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Poema publicado el 26 de Agosto de 2010
ANHELO ETERNO
Que no persista el cobarde empeño
de sembrar bajo tierra,
en vez de semillas,
hombres buenos.
Que los fusiles no hagan
doblar las campanas
y en los ojos de los niños
no fructifiquen lágrimas.
No hayan vientres vacíos
tiritando en camastros,
ni brazos caídos
aprehendiendo lo amargo.
No se crispen los puños
salvo de alegría
y me arrulle la paz
al fenecer el día.
Sobre el pecho vapuleado
prefiero la cruz de adversidad en vida
que adornar mi tumba
con la del crucificado.
Aro la tierra entrañable
hallando restos humanos
lanzo mi red al río
y solo cadáveres atrapo.
Niños de la calle
con pegamento el hambre evaden,
manos sin oficios
con saña nos agreden.
Mutilados de guerra,
escuelas y profesores difuntos;
hospitales enfermos, la atención en huelga,
arcas públicas vacías,
llenos los bolsillos
de funcionarios corruptos.
Nunca conoceré Roma o París,
salvo en coloridas postales;
el más inútil politicastro
ya conoce medio mundo
con mis impuestos pagados.
Pese a la insistencia del famélico
no emanan leche raquíticos senos.
¡Violencia maldita!
regando los campos con sangre
déjame abrazar a mi enemigo,
ayudar al caído,
consolar al vencido,
Y plantarle a la indiferencia freno.
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