Natacha
Poema publicado el 26 de Agosto de 2010
NATACHA
Desde joven comenzaste
a ofrecer la piel temprana;
por tu alegría pueril
ante un puñado de pesos,
un paseo en auto
y las estrellas y la luna.
Te lanzaste al negocio para sobrevivir
en la jungla de cemento;
“el gran amor “ decepcionó
y poco importó
que fuera uno u otro
dueño de tu carne
por una trajinada noche.
Se peleaban por los besos rojos
y la firmeza de tus muslos;
modificaste así la tarifa
y aquel que quisiera arar,
sobre tu monte convulso,
antes debía vaciar por completo
la mejor oferta del día.
Ahora te miro y me pareces
la ruina solitaria de un dios de piedra;
solo se te acercan
menguados bolsillos de escolares
y borrachos miserables;
tus encantos flácidos ya no enervan
pasiones locas de burdeles;
eres cloaca lóbrega;
el ocaso llegó a tus lares.
Te veo, Natacha, cubrirte
con las sombras de la vida senil,
queriendo pescar un mozalbete
que además de su virginidad
pueda ofrecerte un billete
para el pan de mañana,
y deje en ti la savia fértil
y la ilusión de ser deseada.
¿Quién te extendió una mano
carente de oculto interés?
eres ahora inofensiva, Natacha,
con tu figura rolliza
de matrona con gula;
solo alzas mecánicamente la falda
y te tumbas en el lecho,
aguardando los gemidos de macho
que te consuelan aún.
Pobre, pobre Natacha,
benefactora complaciente;
acumulando el lodo
que otros traen hasta ti.
¿Sonríes, Natacha?
Sí, otro cliente se fue satisfecho.
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Poema publicado el 26 de Agosto de 2010
NATACHA
Desde joven comenzaste
a ofrecer la piel temprana;
por tu alegría pueril
ante un puñado de pesos,
un paseo en auto
y las estrellas y la luna.
Te lanzaste al negocio para sobrevivir
en la jungla de cemento;
“el gran amor “ decepcionó
y poco importó
que fuera uno u otro
dueño de tu carne
por una trajinada noche.
Se peleaban por los besos rojos
y la firmeza de tus muslos;
modificaste así la tarifa
y aquel que quisiera arar,
sobre tu monte convulso,
antes debía vaciar por completo
la mejor oferta del día.
Ahora te miro y me pareces
la ruina solitaria de un dios de piedra;
solo se te acercan
menguados bolsillos de escolares
y borrachos miserables;
tus encantos flácidos ya no enervan
pasiones locas de burdeles;
eres cloaca lóbrega;
el ocaso llegó a tus lares.
Te veo, Natacha, cubrirte
con las sombras de la vida senil,
queriendo pescar un mozalbete
que además de su virginidad
pueda ofrecerte un billete
para el pan de mañana,
y deje en ti la savia fértil
y la ilusión de ser deseada.
¿Quién te extendió una mano
carente de oculto interés?
eres ahora inofensiva, Natacha,
con tu figura rolliza
de matrona con gula;
solo alzas mecánicamente la falda
y te tumbas en el lecho,
aguardando los gemidos de macho
que te consuelan aún.
Pobre, pobre Natacha,
benefactora complaciente;
acumulando el lodo
que otros traen hasta ti.
¿Sonríes, Natacha?
Sí, otro cliente se fue satisfecho.
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Compartiendo el poema con tus amigos en facebook ayudas a la difusión de estas bellas creaciones poéticas y ayudas a dar a conocer a los poetas.