Caminos
Poema publicado el 10 de Diciembre de 2010
Existen tantos caminos como voluntades
hay de recorrerlos.
Hay caminos que conducen pasito a paso hasta una meta;
caminos empedrados, floridos; abruptos caminos rodeados
de abrojos y de hierba. Hay caminos asfaltados
que acercan pueblos y ciudades. Caminos que ascienden,
que descienden; caminos de lodo y tierra.
Hay sendas que se bifurcan, que se unen,
y veredas que comienzan en un punto y terminan
ante una puerta.
Hay caminos claros, rociados de mañanita,
y senderos bajo la niebla que desorientan
el pie del caminante.
Hay encrucijadas que multiplican las opciones del viajero;
y caminos rectos por atajos, bosques y arboledas.
Hay caminos estrechos, breves, empinados,
y rutas por carreteras repletas de señales.
Hay singladuras que unen por mar los continentes de la tierra
y complejos mapas siderales a través de las estrellas.
Hay vereditas alegres con luz de luna y de sol,
y callejas sinuosas de aspecto taciturno.
Hay Caminos de Verdad y de Vida colgados de una cruz
y caminos centenarios que alimentan
la fe del que camina.
Hay paseos por los que se anduvo alguna vez, cayendo en el olvido,
y otros que dejan huella para siempre en la memoria.
Solamente en los desiertos no hay caminos; ni veredas;
ni un simple rastro que seguir.
En lo yermo no hay senderos: siempre se está buscando; siempre
se está perdido.
La voluntad sólo encuentra en lo baldío
el espejismo que brinda el horizonte. Por eso
el camino que se emprende sin fe, sin ilusión, en realidad, no existe;
o está cerrado; o lleva sin querer
a ninguna parte.
(Buscando anoche la alameda
que lleva de mi patio hasta tu casa, me perdí, por error,
en un mar de incertidumbres.
Y en esos mares no navegan los barquitos ni hacen puerto, amor,
las voluntades).
--oOo--
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Poema publicado el 10 de Diciembre de 2010
Existen tantos caminos como voluntades
hay de recorrerlos.
Hay caminos que conducen pasito a paso hasta una meta;
caminos empedrados, floridos; abruptos caminos rodeados
de abrojos y de hierba. Hay caminos asfaltados
que acercan pueblos y ciudades. Caminos que ascienden,
que descienden; caminos de lodo y tierra.
Hay sendas que se bifurcan, que se unen,
y veredas que comienzan en un punto y terminan
ante una puerta.
Hay caminos claros, rociados de mañanita,
y senderos bajo la niebla que desorientan
el pie del caminante.
Hay encrucijadas que multiplican las opciones del viajero;
y caminos rectos por atajos, bosques y arboledas.
Hay caminos estrechos, breves, empinados,
y rutas por carreteras repletas de señales.
Hay singladuras que unen por mar los continentes de la tierra
y complejos mapas siderales a través de las estrellas.
Hay vereditas alegres con luz de luna y de sol,
y callejas sinuosas de aspecto taciturno.
Hay Caminos de Verdad y de Vida colgados de una cruz
y caminos centenarios que alimentan
la fe del que camina.
Hay paseos por los que se anduvo alguna vez, cayendo en el olvido,
y otros que dejan huella para siempre en la memoria.
Solamente en los desiertos no hay caminos; ni veredas;
ni un simple rastro que seguir.
En lo yermo no hay senderos: siempre se está buscando; siempre
se está perdido.
La voluntad sólo encuentra en lo baldío
el espejismo que brinda el horizonte. Por eso
el camino que se emprende sin fe, sin ilusión, en realidad, no existe;
o está cerrado; o lleva sin querer
a ninguna parte.
(Buscando anoche la alameda
que lleva de mi patio hasta tu casa, me perdí, por error,
en un mar de incertidumbres.
Y en esos mares no navegan los barquitos ni hacen puerto, amor,
las voluntades).
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