Nadando en lo profundo
Poema publicado el 10 de Diciembre de 2010
Algunas noches me voy al río solo
a nadar en lo profundo.
Quien no me conozca pensará
que soy un hombre que no tiene miedo a nada:
ni a la noche, ni al río,
ni a la soledad.
Si supieran lo que yo sé,
no dirían que soy un hombre
que no tiene miedo a nada.
(Hace algún tiempo que me persigue
el rostro de un muchacho.
De pequeño ese rostro se acercaba a mí,
tenía nombre, me daba la mano,
jugaba conmigo.
Una tarde unos chicos nos rodearon.
Todo comenzó con una broma, con una burla…
luego vinieron los insultos, las patadas
y los golpes -cosas de niños.
Así empezó todo. Primero fue a mi amigo:
con las manos se cubría la cara de los golpes,
después la sangre corría por su boca.
Cerré los ojos. Ignoré la sangre. Silencié la voz
que me llamaba, y eché a correr detrás del miedo
para no ver el rostro de un amigo
gritando mi nombre).
Por eso, a veces,
cuando oigo llorar;
cuando escucho pedir
o cuando veo al pájaro, inmóvil, caer bajo la rueda,
me voy corriendo al río, solo, en la noche,
a nadar en lo profundo.
Porque el agua fría de los ríos me hace olvidar
rostros que me persiguen, silencia voces de amigo
y limpia de sangre la boca de los inocentes.
Hay quien piensa todavía
que soy un hombre sin miedo
sólo porque me ven nadar a oscuras,
de noche,
y en lo profundo.
Era un niño. Yo lo sé. Y sé
que ustedes lo comprenden
-pero eso no me hará olvidar
el rostro de aquel amigo-.
--oOo--
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Poema publicado el 10 de Diciembre de 2010
Algunas noches me voy al río solo
a nadar en lo profundo.
Quien no me conozca pensará
que soy un hombre que no tiene miedo a nada:
ni a la noche, ni al río,
ni a la soledad.
Si supieran lo que yo sé,
no dirían que soy un hombre
que no tiene miedo a nada.
(Hace algún tiempo que me persigue
el rostro de un muchacho.
De pequeño ese rostro se acercaba a mí,
tenía nombre, me daba la mano,
jugaba conmigo.
Una tarde unos chicos nos rodearon.
Todo comenzó con una broma, con una burla…
luego vinieron los insultos, las patadas
y los golpes -cosas de niños.
Así empezó todo. Primero fue a mi amigo:
con las manos se cubría la cara de los golpes,
después la sangre corría por su boca.
Cerré los ojos. Ignoré la sangre. Silencié la voz
que me llamaba, y eché a correr detrás del miedo
para no ver el rostro de un amigo
gritando mi nombre).
Por eso, a veces,
cuando oigo llorar;
cuando escucho pedir
o cuando veo al pájaro, inmóvil, caer bajo la rueda,
me voy corriendo al río, solo, en la noche,
a nadar en lo profundo.
Porque el agua fría de los ríos me hace olvidar
rostros que me persiguen, silencia voces de amigo
y limpia de sangre la boca de los inocentes.
Hay quien piensa todavía
que soy un hombre sin miedo
sólo porque me ven nadar a oscuras,
de noche,
y en lo profundo.
Era un niño. Yo lo sé. Y sé
que ustedes lo comprenden
-pero eso no me hará olvidar
el rostro de aquel amigo-.
--oOo--
¿ Te gustó este poema? Compártelo:
Compartiendo el poema con tus amigos en facebook ayudas a la difusión de estas bellas creaciones poéticas y ayudas a dar a conocer a los poetas.