Ya no había playas
Poema publicado el 24 de Septiembre de 2013
Ya no había playas
Hace dos años tuve un sueño
que no he querido contar,
porque pensaba que esto
se podía solucionar.
Soñé con las islas Canarias
con todas en general:
Me puse a caminar por sus playas
y nunca veía el final
Pues estaban todas llenas
de un negro lodazal,
los montes chorreaban petróleo,
no se veía un ser vivo,
me envolvía una humareda
que no podía respirar.
Entre toda esa angustia y desesperanza
noté que alguien me daba la mano,
era mi querido nieto
que con fuerza me agarró,
él no entendía que pasaba
y llorando preguntaba:
¿abuela que vamos a hacer ahora?
no hay playas, no hay nada verde
todo está negro y muy triste
ya ni podremos comer.
Y a mí se me caía el alma a los pies,
y le contestaba: teníamos que haber luchado
con toda el alma
para que esto no hubiera ocurrido...
A pesar de la desgracia
no quería que mi nieto estuviera triste,
y yo le seguía diciendo:
esto es un sueño mi niño
¡¡no puede ser realidad!!
¡que las islas Canarias
son lo más maravilloso
que hay en el mundo
y nadie las va a destrozar!
que cuando terminara la pesadilla
todo iba a estar como antes,
las playas estarían limpias y también los montes
que Dios iluminaria
a esos hombres egoístas
que tratan de hacernos mal,
¡que a las islas Canarias nadie las va a tocar!.
Mi nieto dejó de llorar
y me miró sonriente,
y con cariño y amor
nos abrazamos los dos.
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Poema publicado el 24 de Septiembre de 2013
Ya no había playas
Hace dos años tuve un sueño
que no he querido contar,
porque pensaba que esto
se podía solucionar.
Soñé con las islas Canarias
con todas en general:
Me puse a caminar por sus playas
y nunca veía el final
Pues estaban todas llenas
de un negro lodazal,
los montes chorreaban petróleo,
no se veía un ser vivo,
me envolvía una humareda
que no podía respirar.
Entre toda esa angustia y desesperanza
noté que alguien me daba la mano,
era mi querido nieto
que con fuerza me agarró,
él no entendía que pasaba
y llorando preguntaba:
¿abuela que vamos a hacer ahora?
no hay playas, no hay nada verde
todo está negro y muy triste
ya ni podremos comer.
Y a mí se me caía el alma a los pies,
y le contestaba: teníamos que haber luchado
con toda el alma
para que esto no hubiera ocurrido...
A pesar de la desgracia
no quería que mi nieto estuviera triste,
y yo le seguía diciendo:
esto es un sueño mi niño
¡¡no puede ser realidad!!
¡que las islas Canarias
son lo más maravilloso
que hay en el mundo
y nadie las va a destrozar!
que cuando terminara la pesadilla
todo iba a estar como antes,
las playas estarían limpias y también los montes
que Dios iluminaria
a esos hombres egoístas
que tratan de hacernos mal,
¡que a las islas Canarias nadie las va a tocar!.
Mi nieto dejó de llorar
y me miró sonriente,
y con cariño y amor
nos abrazamos los dos.
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