Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando, su boca que era mía ya no me besa más, se apagaron los ecos de su reir sonoro y es cruel este silencio que me hace tanto mal, fue mía la piadosa dulzura de sus manos que dieron a mis penas caricias de bondad, y ahora que la evoco hundido en mi quebranto, las lagrimas trenzadas se niegan a brotar y no tengo el consuelo de poder llorar; ¡Porque tus alas tan cruel quemo la vida!¿Por qué esta mueca siniestra de la suerte?
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