La derrota
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
A Abelardo y Marie-Christine
Tuve una amarga cita en Muros Negros.
El Maligno querÃa mi cabeza,
y yo cerrar su boca para siempre.
Fui con todas mis armas a su encuentro.
Cuando pasaba por las negras calles
las gentes del comercio me insultaban.
Esperé más de un año, y se reÃan
al verme inmóvil en la plaza inmensa.
Diariamente bardajes y banqueros
cumplÃan su papel contra natura
y la prensa alentaba todo fraude.
Ninguna cruz habÃa en esa plaza
donde la corrupción se subastaba
por medio de la imagen y el sonido.
El torpe imitador jamás venÃa,
y yo era como estatua en la que orinan
los perros y defecan las palomas.
Malvendà mi armadura y los arreos
para pagar las deudas contraÃdas
con los proveedores de cebada
y dejar la ciudad abominable.
Entonces proclamaron mi derrota
y el pacÃfico triunfo del Falsario.
Su sutil ironÃa fue ensalzada
junto a la fortaleza de sus leyes.
Medio dormido sobre mi montura
cabalgo por un bosque de ahorcados,
mientras me alejo de los negros muros.
No sé dónde serán las otras citas.
Le ruego a Dios que me conceda fuerzas
y combatir de frente al enemigo.
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
A Abelardo y Marie-Christine
Tuve una amarga cita en Muros Negros.
El Maligno querÃa mi cabeza,
y yo cerrar su boca para siempre.
Fui con todas mis armas a su encuentro.
Cuando pasaba por las negras calles
las gentes del comercio me insultaban.
Esperé más de un año, y se reÃan
al verme inmóvil en la plaza inmensa.
Diariamente bardajes y banqueros
cumplÃan su papel contra natura
y la prensa alentaba todo fraude.
Ninguna cruz habÃa en esa plaza
donde la corrupción se subastaba
por medio de la imagen y el sonido.
El torpe imitador jamás venÃa,
y yo era como estatua en la que orinan
los perros y defecan las palomas.
Malvendà mi armadura y los arreos
para pagar las deudas contraÃdas
con los proveedores de cebada
y dejar la ciudad abominable.
Entonces proclamaron mi derrota
y el pacÃfico triunfo del Falsario.
Su sutil ironÃa fue ensalzada
junto a la fortaleza de sus leyes.
Medio dormido sobre mi montura
cabalgo por un bosque de ahorcados,
mientras me alejo de los negros muros.
No sé dónde serán las otras citas.
Le ruego a Dios que me conceda fuerzas
y combatir de frente al enemigo.
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Poemas de San ValentÃn o
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Poemas de Navidad
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Infantiles
Perdón
Religiosos
Tristeza y Dolor
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