Amantes
Poema publicado el 06 de Enero de 2013
Se despiden a orillas del mar. Los amantes se acarician y se alejan. Ella permanece sola mientras su mirada se ausenta y todo a su alrededor se desvanece. Las olas irrumpen con prepotencia sin dejar rastros de la espuma blanquecina sobre la orilla del mar. Las gotas se ven suspendidas en el aire y detenidas en completa armonía con el aire que las golpea sin efecto. El agua sigue sin bañar los pies de la mujer, la playa se retira lentamente ante el avance precipitoso de ella. Las olas se siguen alejando arrastrando la vida en el océano. Ya nada queda, ni una gota de agua humedece su cuerpo.
La chica caminaba sobre la arena mojada y las huellas de sus pies aparecían ya a lo lejos, se acercaban a su encuentro, aunque sin coincidir en su forma y dirección. Ella, cansada ya, se tiró en la arena y en ésta comenzó a hundir su dedo intentando escribir algo. Los trazos de escritura se hacían invisibles a medida que avanzaba con el dibujo. Abrió los ojos en la oscuridad y el sol se interponía cubriendo su sombra. La nieve iba apareciendo cuando los rayos la tocaban. El viento quedaba atrapado en las nubes y éstas se resistían a dejarse llevar.
A lo lejos, aparece la figura de un hombre, tirado a orillas del mar. La mujer camina hacia él, pero no llega, avanza y se aleja y el cadáver aparece cada vez más pequeño. No entiende, alguien se encamina hacia ella, parece un hombre, es él, su amado. Ahora están muy cerca, casi chocan sus cuerpos, pero ella lo mira y él está todavía ahí, tirado en la orilla del mar, tendido sobre la arena mojada y con el agua que lo cubre. Despacio, el mar se lo lleva.
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Poema publicado el 06 de Enero de 2013
Se despiden a orillas del mar. Los amantes se acarician y se alejan. Ella permanece sola mientras su mirada se ausenta y todo a su alrededor se desvanece. Las olas irrumpen con prepotencia sin dejar rastros de la espuma blanquecina sobre la orilla del mar. Las gotas se ven suspendidas en el aire y detenidas en completa armonía con el aire que las golpea sin efecto. El agua sigue sin bañar los pies de la mujer, la playa se retira lentamente ante el avance precipitoso de ella. Las olas se siguen alejando arrastrando la vida en el océano. Ya nada queda, ni una gota de agua humedece su cuerpo.
La chica caminaba sobre la arena mojada y las huellas de sus pies aparecían ya a lo lejos, se acercaban a su encuentro, aunque sin coincidir en su forma y dirección. Ella, cansada ya, se tiró en la arena y en ésta comenzó a hundir su dedo intentando escribir algo. Los trazos de escritura se hacían invisibles a medida que avanzaba con el dibujo. Abrió los ojos en la oscuridad y el sol se interponía cubriendo su sombra. La nieve iba apareciendo cuando los rayos la tocaban. El viento quedaba atrapado en las nubes y éstas se resistían a dejarse llevar.
A lo lejos, aparece la figura de un hombre, tirado a orillas del mar. La mujer camina hacia él, pero no llega, avanza y se aleja y el cadáver aparece cada vez más pequeño. No entiende, alguien se encamina hacia ella, parece un hombre, es él, su amado. Ahora están muy cerca, casi chocan sus cuerpos, pero ella lo mira y él está todavía ahí, tirado en la orilla del mar, tendido sobre la arena mojada y con el agua que lo cubre. Despacio, el mar se lo lleva.
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