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En el silencio y la soledad - Poemas de Karina Balbuena



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Categoría: Poemas de Amor
En el silencio y la soledad
Poema publicado el 14 de Enero de 2010

En el silencio y la soledad

En el límite de un vacío y una fuerza extraña que sacudió mi corazón,
mentiroso  por llamarse mío,
mis manos se perdieron entre  mis latidos
que dejaron nacer una inspiración princesa
e iniciaron  aquel juego de palabras
donde las rimas se sentían viejas,
el brillo aquel de los sueños
que conformaban mis tristezas.

Y se hallaban parte de cualquier hoja
aterrizadas en mis manos
impaciente de vivir historias en sus rayas, 
y narrar amores en su cuerpo
para dejar plasmado en aquellas armas de papel, moribundas con el fuego,
cuan profundo se internó en mis venas
aquel deseo de sentir los brazos
de ese amor desenfrenado a quien dediqué mis versos...

Mientras esperaba envuelta en la ansiedad
que sabía amarlo en la distancia
hasta el día en que murió esa ilusión,
deseando el olvido antes que la arrogancia.
Envuelta en mil penas rescatadas de los rastros pendencieros
que perpetuaron su desamor en el tiempo
y el deseo de vengar, aquel amor perverso 
con la sangre que hoy nació,
cuando sus ojos evitaron voltear mirada,
mientras que mi amor rogaba con mis lágrimas
conquistar su alma con mis sueños.

Es así como empezó aquel dolor
a quien le inculpo un amor que más que amor,
tan solo querían de él, un beso,
que el tiempo traicionó mi desdicha
al convertir ese juego inocente,
en un primer amor, aquel que se arroga para siempre


En esa esclavitud  una amarga pena
empezaba a frecuentar mi mente
con su frívola actitud penó lo poco de mi suerte
entre los miles de años que se atrevió a asediar lo más profundo y etéreo
aquel lugar donde creí no llegaría la gente

Y lo esperé...
suspendida en una atmósfera impaciente
mientras imanaba un aire delirioso,
zurcía vestiduras de retazos suyos
sin tener que remendar mi amor con su desprecio, porque en el tiempo que  pasó volando, no supo como conquistar, lo que tempranamente, mi estremecimiento esperaba pasar por alto
todo lo que de él había juntado,
Consintiéndolo cien años mas,
y miles de segundos evitando no pensar
que tal vez no me amaba.

Fueron las madrugadas más dispuestas a las frases
que se apropiaron de nombrarlo,
y esperar respuesta desde su ventana,
sin saber buscar esa resignación que me hacía imaginar
que él no era quien no podía encontrar ese sentimiento
cuando la costumbre lo abrazaba,
y mis ojos no lo dejarían esquivar el amor que creció con el tiempo
por embelesarse en cualquier persecución,
porque era conmigo con quien quería quedarse,
porque así, él me amaba

Es así como aprendí a querer,
y a pretender tocar el cielo con mis manos...
es ahí en esa oscuridad mezquina
donde invadí ese pensamiento ajeno
y construí con mi ilusión, miles de sueños envuelta en él, en vano
En el silencio de un cuarto vacío
pero repleto de remembranzas entreveradas con lamentos
que fueron soltados al viento,
en la soledad de un alma que ansiaba atrapar
a aquella quien le había robado la tranquilidad,
mientras escribía; Te quiero


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