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Poemas varios - Poemas de Khira MartÍnez Rivadeneira



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Poemas varios
Poema publicado el 09 de Marzo de 2011

PERCEPCIÓN


He sentido tus latidos
desde el oasis mismo donde convergen nuestras sangres.
Un tiempo perentorio en este mundo acuático me retiene
en el que habito alimentándome del paraíso de tu vientre.
Este universo mío donde floto anclado al cordón que me nutre
es el mundo en el que pervivo y me proyecto a través de tus sentidos
aquí, en este espacio donde mis órganos se van formando
donde la herencia impondrá sus huellas y proclamará la semejanza
aquí dentro de ti estoy mujer, respirando el aire que respiras,
palpitando con mi propio corazón en un acorde isócrono de latidos.
Soy el germen de un plan maravilloso y complotado
Fui concebido cuando las aguas esenciales de esa explosión orgásmica
se desbordaron fusionándose en una sola torrentera,
me albergaste cuando yo insignificante y milimétrico invadí tu claustro
cuando tú mi llegada ignorabas pese a que desde siempre me esperaste.
Te conturbé, transformé tu cuerpo en la esencia misma de la vida
Tú, mi diosa fértil, grial de mi ascendencia y mi continuidad
Tú, mundo de mis mundos, mundo nutricio y único
Consagrada, sacramentada, idealizada, pero sobre todo, mía.
Soy carne en tu carne, sangre en tu sangre, vida en tu vida
Suspendido como los astros gravito en tu esfera que me contiene
No te conozco, mujer, no me conoces, mujer,
¿hace falta habernos visto para aprender a amarnos?
El nuestro es un amor generoso que no necesita de enseñanzas.
Yo no he aprendido a amarte, ni tú has aprendido a amarme
Bastó la sangre, el grito, la conmoción, para pertenecernos
te llamé desde que te reconocí con mis ojos cerrados
cuando aún en este letargo en el que mi ser se va integrando
ya el eco de tu voz como un sol al otro lado de la piel me acaricia.
Te presentí desde la ignara soledad de mi estirpe
Te supe mía cuando constituido en tu cuerpo tu savia me inoculaste.
Como ves, mujer, no hay misterio en nuestra desconocida dependencia
Simplemente existo porque tú me aceptaste sin preguntarte como era
permitiste que me implantara en la feracidad de tu vientre
y dejaste que tus lluvias y tus soles nutrieran el cultivo.
Aún permanezco flotando en el líquido amniótico que me protege
Y sé que cuando la hora de mi llegada te anuncie mi presencia
Estarás allí, dolorida, febril, lúcida para insuflarme tu aliento
para abrir tu cuerpo a la vida que se escinde y comienza
Y a través del dolor y del grito y de la sangre, me llamarás hijo
y yo con un lenguaje no aprendido, sin más abrigo que tu mirada
…con mi primer llanto te proclamaré madre.




Acechando oculto desde la espesura
sintiendo el latido de la sangre;
la sístole del miedo de su víctima
felidae jagaruis
dilata sus uñas
sus pupilas expande
se lanza sobre su presa
clava su muela carnicera,
desnuca…
de forma perfecta…
lacera…




Las brisas frías,
borrachas sediciosas
soplan su aliento disoluto.
Agitan los unchipos sus melenas selváticas
y una sonoridad oclusiva de resaca paralizada
lame las vértebras de la noche en el Ayamtai.




Donathien Alphonse François de Sade
adoctrina mis deseos con tus escándalos divinos
Yo sólo me dirijo a gentes capaces
Todo es bueno cuando es excesivo has sentenciado.
Mezclado en mi sangre alienta el gemido
la caricia brutal
que deforma y desprende la piel atormentada
hoy tus ojos tienen el color de los púrpura deleites
hoy recorres desnudo las sombrías mazmorras
de Saumane, donde tus iniquidades flotan
agita el látigo de tus escandalosas libertades
derriba la amargura y el exilio
sacúdete el óxido de diez mil ochocientos días
que los barrotes le robaron a tu vida.
¡Oh imbéciles asesinos y carceleros
de todos los regímenes
y de todos los gobiernos
¿Cuándo preferiréis la ciencia de conocer al hombre
a la de encarcelarle para matarlo?
Vuelve a los castillos de tu temprano aprendizaje
a las blasfemias de cruces y hostias pisoteadas
convoca a las mesalinas que te encarcelaron
y esta vez que la dosis de cantárida sea excesiva
antes que el terror descomponga sus entrañas.
Consuma los delirios que tu ausencia ha magnificado
repleta los abismos de tus espumas melancólicas
húndete en la noche de la marea transfigurada
y que tus dientes y tus manos y tu látigo
en la hora de la sangre y las torturas desquiciantes
allí lejos del picotazo de los cuervos
enciendan tu falo con la terrible certeza de tu soledad.
Hoy concédeme tus libertades
la virtud del vicio, el vicio de la virtud.
Que Todos los vestigios de mi tumba
desaparezcan de la faz de la tierra,
Así como también espero que todo vestigio
de mi memoria
sea borrada de la memoria del hombre

KHIRA MARTÍNEZ RIVADENEIRA


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