Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Tus undosos cabellos,
que a tu rostro dan sombra,
a la espalda te caen
y fulgura radiosa
tu pupila brillante,
y se rÃe tu boca.
Y me embriagan los ecos
de tu voz melodiosa,
como el vino aromático,
que se vierte en las copas:
¡y qué dulce es tu beso
y qué fresca es tu boca!
Y al mirar tus mejillas,
que son hojas de rosa,
mis pupilas contemplan,
fascinadas, absortas,
los hoyuelos formados
al reir de tu boca.
Y si alguno te acusa
de tirana imperiosa
es un hombre inconstante,
cuya fe, cual la onda,
si se pierde, no vale,
el reÃr de tu boca.
Y tu beso dulcÃsimo
cual la flor, tiene aroma;
el perfume del cáliz
con que embriaga la rosa,
y las almas seduces
al besar de tu boca.
Tus traiciones olvido,
¡es tu faz tan hermosa!
cuando dices mirándome:
"¡Mis pecados perdona!"
y se rÃen tus ojos,
como rÃe tu boca.
Mis amigos te llaman
desleal, veleidosa,
¡mas no hay otra tan bella!
¡Toda el alma me roban
tus pupilas negrÃsimas,
y el reir de tu boca!
Versión de Luis Castelló
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