Superstición
Poema publicado el 28 de Abril de 2010
Como supersticiones
y duro óxido cernido. Mi voluntad descarriada
entre sabotajes espontáneos y acontecimientos decisivos,
el vocabulario tajante
de cierta orfandad entrometida,
los plumajes radiantes de desidia y otoño.
Me acuesto con ácidos efusivos,
con implacables evoluciones de reproches incisivos
y tribunales truculentos. Contemplo sin mirar
la áspera industria de mi desvelo
y mendigo lavados de cerebro
y compasiones de cuchillo.
Bendiciones obscenas acuden a mis sepelios secretos,
llegan con entusiasmo ígneo
para corroborar mi duelo y patrocinar mi desvalimiento,
para promocionar desenlaces trágicos
y concretar mis humillaciones.
Me asignan protocolos que tengo que cumplir,
de penas bruñidas y preservada borrachera,
de tratos infames y consternaciones,
con rígida concentración me toman por su muñeca vudú.
(Y las fórmulas verificadas del desconsuelo,
y las afrentas consecutivas de la casualidad,
y el infinito transcurso de mi rendición.)
Pero no todo es vana candidatura
y expolio, no siempre la luna
desgarra mis logros raquíticos
con su apostolado de cicuta impaciente
y desolladoras tradiciones.
A veces, de lo inmensamente asolado
y depauperado de mí, brotan destellos
de coraje como luciérnagas incongruentes,
convicciones injustificables que desperezan
por un instante las hélices ajadas de mi euforia
y concibo deslumbrantes persuasiones
de razones esquivas y explicaciones rotundas
que confirman la retribución magnífica
que me aguarda con indulgencia inquebrantable.
Es tan fácil engañarse a veces...
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Poema publicado el 28 de Abril de 2010
Como supersticiones
y duro óxido cernido. Mi voluntad descarriada
entre sabotajes espontáneos y acontecimientos decisivos,
el vocabulario tajante
de cierta orfandad entrometida,
los plumajes radiantes de desidia y otoño.
Me acuesto con ácidos efusivos,
con implacables evoluciones de reproches incisivos
y tribunales truculentos. Contemplo sin mirar
la áspera industria de mi desvelo
y mendigo lavados de cerebro
y compasiones de cuchillo.
Bendiciones obscenas acuden a mis sepelios secretos,
llegan con entusiasmo ígneo
para corroborar mi duelo y patrocinar mi desvalimiento,
para promocionar desenlaces trágicos
y concretar mis humillaciones.
Me asignan protocolos que tengo que cumplir,
de penas bruñidas y preservada borrachera,
de tratos infames y consternaciones,
con rígida concentración me toman por su muñeca vudú.
(Y las fórmulas verificadas del desconsuelo,
y las afrentas consecutivas de la casualidad,
y el infinito transcurso de mi rendición.)
Pero no todo es vana candidatura
y expolio, no siempre la luna
desgarra mis logros raquíticos
con su apostolado de cicuta impaciente
y desolladoras tradiciones.
A veces, de lo inmensamente asolado
y depauperado de mí, brotan destellos
de coraje como luciérnagas incongruentes,
convicciones injustificables que desperezan
por un instante las hélices ajadas de mi euforia
y concibo deslumbrantes persuasiones
de razones esquivas y explicaciones rotundas
que confirman la retribución magnífica
que me aguarda con indulgencia inquebrantable.
Es tan fácil engañarse a veces...
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