Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Es verdad tu hermosura. Es verdad. ¡Cómo entra
la luz al corazón! ¡Cómo aspira tu aroma
de tierra en primavera el alma que te encuentra!
Es verdad. Tu piel tiene penumbra de paloma.
Tus ojos tienen toda la dulzura que existe.
Como un ave remota sobre el mar tu alma vuela.
Es más verdad lo diáfano desde que tú naciste.
Es verdad. Tu pie tiene costumbre de gacela.
Es verdad que la tierra es hermosa y que canta
el ruiseñor. La noche es más alta en tu frente.
Tu voz es la encendida mudez de tu garganta.
Tu palabra es tan honda, que apenas si se siente.
Es verdad el milagro. Todo cuanto ha nacido
descifra en tu hermosura su nombre verdadero.
Tu cansancio es espÃritu, y un proyecto de olvido
silencioso y viviente como todo sendero.
Tu amor une mis dÃas y mis noches de abeja.
Hace de mi esperanza un clavel gota a gota.
Desvela mis pisadas y en mi sueño se aleja,
mientras la tierra humilde de mi destino brota.
¡Gracias os doy, Dios mÃo, por el amor que llena
mi soledad de pájaros como una selva mÃa!
Gracias porque mi vida se siente como ajena,
porque es una promesa continua mi alegrÃa,
porque es de trigo alegre su cabello en mi mano,
porque igual que la orilla de un lago es su hermosura,
porque es como la escarcha del campo castellano
el verde recién hecho de su mirada pura.
No sé la tierra fija de mi ser. no sé dónde
empieza este sonido del alma y de la brisa,
que en mi pecho golpea, y en mi pecho responde,
como el agua en la piedra, como el niño en la risa.
No sé si estoy ya muerto. No lo sé. No sé, cuando
te miro, si es la noche lo que miro sin verte.
No sé si es el silencio del corazón temblando
o si escucho la música Ãntima de la muerte.
Pero es verdad el tiempo que transcurre conmigo.
Es verdad que los ojos empapan el recuerdo
para siempre al mirarte, ¡para siempre contigo,
en la muerte que alcanzo y en la vida que pierdo!
La esperanza es la sola verdad que el hombre inventa.
Y es verdad la esperanza, y es su lÃmite anhelo
de juventud eterna, que aquà se transparenta
igual que la ceniza de una sombra en el suelo.
Tú eres como una isla desconocida y triste,
mecida por las aguas, que suenan, noche y dÃa,
más lejos y más dulce de todo lo que existe,
en un rincón del alma con nombre de bahÃa.
Lo más mÃo que tengo eres tú. Tu palabra
va haciendo débilmente mi soledad más pura.
¡Haz que la tierra antigua del corazón se abra
y que sientan cerca la muerte y la hermosura!
Haz de mi voluntad un vÃnculo creciente.
Haz melliza del niño la pureza del hombre.
haz la mano que tocas de nieve adolescente
y de espuma mis huesos al pronunciar tu nombre.
El tiempo ya no existe. Sólo el alma respira.
Sólo la muerte tiene presencia y sacramento.
Desnudo y retirado, mi corazón te mira.
Es verdad. Tu hermosura me borra el pensamiento.
Tengo aquà mi ventura. Tengo la muerte sola.
Tengo en paz mi alegrÃa y mi dolor en calma.
A través de mi pecho de varón que se inmola
van corriendo las frescas acequias de tu alma.
La presencia de Dios eres tú. Mi agonÃa
empieza poco a poco como la sed. ¡Tú eres
la palabra que el Ãngel declaraba a MarÃa,
anunciando a la muerte la unidad de los seres!
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