El hombre sin acordeón
Poema publicado el 27 de Noviembre de 2011
EL HOMBRE SIN ACORDEÓN
La imagen acontece.
El hombre o su silueta
lanza al almendro piedras.
La imagen se detiene.
De su inmovilidad surge una línea
que describe la órbita
de la transformación de la materia.
Y en la curva perfecta
del viaje de una piedra hacia el almendro,
sin su forma de piedra,
el hombre o su silueta se introduce.
¡Cómo el significado de la fruta
mojando su conciencia
calma sin sed su sed!
Habita en el contorno de una línea.
«¡Qué dioses o qué diablos me dominan!»,
dice el hombre o no dice.
Y en el instante exacto del ascenso,
almendras como piedras
ve en el cielo lunar.
Y en la contemplación
ve su historia de hombre
y percibe en sus huellas
los fuelles de la música.
«¿Volveré a suceder en movimiento?
¿Como cauce de línea que desciende?
¿O en el preso circuito del ascenso?
La eternidad se encoge en mi memoria,
y el mar se enrosca abajo
como línea de océano,
como término.
¿Todo lo poseído se detiene o disipa?
¿Qué representación de mí sigue su curso?
Si entro en lo poseído,
como piedra desnuda ya sin cuerpo,
en la esencia del yo,
¿la melodía del arte de la música
será el orden vital
de mi mente sin tiempo?»
Y oye la voz del tiempo.
Sus formas melodiosas
aisladas de otras formas.
Las huellas de sus huellas omitidas.
Y sin llegar del todo, a sueño abierto,
se ve orbitando en ondas musicales
como mente que suena.
Del libro “Páginas trasladadas”, 2011
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Poema publicado el 27 de Noviembre de 2011
EL HOMBRE SIN ACORDEÓN
La imagen acontece.
El hombre o su silueta
lanza al almendro piedras.
La imagen se detiene.
De su inmovilidad surge una línea
que describe la órbita
de la transformación de la materia.
Y en la curva perfecta
del viaje de una piedra hacia el almendro,
sin su forma de piedra,
el hombre o su silueta se introduce.
¡Cómo el significado de la fruta
mojando su conciencia
calma sin sed su sed!
Habita en el contorno de una línea.
«¡Qué dioses o qué diablos me dominan!»,
dice el hombre o no dice.
Y en el instante exacto del ascenso,
almendras como piedras
ve en el cielo lunar.
Y en la contemplación
ve su historia de hombre
y percibe en sus huellas
los fuelles de la música.
«¿Volveré a suceder en movimiento?
¿Como cauce de línea que desciende?
¿O en el preso circuito del ascenso?
La eternidad se encoge en mi memoria,
y el mar se enrosca abajo
como línea de océano,
como término.
¿Todo lo poseído se detiene o disipa?
¿Qué representación de mí sigue su curso?
Si entro en lo poseído,
como piedra desnuda ya sin cuerpo,
en la esencia del yo,
¿la melodía del arte de la música
será el orden vital
de mi mente sin tiempo?»
Y oye la voz del tiempo.
Sus formas melodiosas
aisladas de otras formas.
Las huellas de sus huellas omitidas.
Y sin llegar del todo, a sueño abierto,
se ve orbitando en ondas musicales
como mente que suena.
Del libro “Páginas trasladadas”, 2011
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