La mujer del río
Poema publicado el 26 de Julio de 2010
Ante tus ojos la mujer del río.
Su historia empieza por un sueño.
Un sueño que se alarga hasta las piedras.
Allí llegan los labios.
Es negra como un cuervo
la cueva oscura que la atrae.
Con paso de caballo bravo,
deseada y terrible, entra en la cueva
y coge un libro viejo.
Finge que lee.
Pero va más allá de las palabras,
del pensamiento lógico.
Y dentro de la cueva abre otra cueva.
Está fría la rosa que acaricia.
Fría en el frío musgo
como los gatos muerta.
El musgo crece,
en las paredes crece.
El mundo de la cueva se reduce.
Es aire consumado.
Son invisibles
las posibilidades.
Se eleva la mujer del río.
Flota en la noche hueca.
La creatividad se activa.
Seduce al sueño.
Mientras tanto, ¿existes realmente?
¿Y el suburbio salvaje de los gatos
que camuflan sus garras
entre los musgos?
¿Ves lejana una estrella
en el fondo del fondo de la cueva?
Me coges de la mano.
El acceso es estrecho.
O tú. O ella. O yo.
Hay alguien que vigila.
Burlemos al vigía.
Fuego para sus ojos vigilantes.
Viene la estrella hacia nosotros
callada como soledad.
¡Que ilumine fugaz la oscura cueva!
La soledad es bienvenida.
Bienvenida la estrella.
Dice que no nos ve.
Decimos que no la vemos a ella.
Nos ha dejado entrar
en un mundo de estrellas ciegas.
Te pregunto: ¿Son ojos
los ojos que no sueñan?
Sin mar ni sol,
agua del lodo beberemos, dices.
La soledad
de las cosas percibes que es memoria.
¿Intuición puede ser?
¿Y la percepción mágica
de un astro descendido que no es?
Si convergen memoria y soledad,
¿se extenderá la estrella por el lodo,
por el dorso del mundo y de las cosas?
Como un tic visionario, ante tus ojos,
son ángeles las rosas gigantescas
que crecen entre el musgo.
Y entre los tibios gatos que no han muerto
desaparece la mujer del río.
En el fondo del fondo de la cueva
un laúd suena.
¿Qué palabra emergiendo entre sus aguas
el río deletrea?
De la antología "La mujer rota"
Literalia Editores
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Poema publicado el 26 de Julio de 2010
Ante tus ojos la mujer del río.
Su historia empieza por un sueño.
Un sueño que se alarga hasta las piedras.
Allí llegan los labios.
Es negra como un cuervo
la cueva oscura que la atrae.
Con paso de caballo bravo,
deseada y terrible, entra en la cueva
y coge un libro viejo.
Finge que lee.
Pero va más allá de las palabras,
del pensamiento lógico.
Y dentro de la cueva abre otra cueva.
Está fría la rosa que acaricia.
Fría en el frío musgo
como los gatos muerta.
El musgo crece,
en las paredes crece.
El mundo de la cueva se reduce.
Es aire consumado.
Son invisibles
las posibilidades.
Se eleva la mujer del río.
Flota en la noche hueca.
La creatividad se activa.
Seduce al sueño.
Mientras tanto, ¿existes realmente?
¿Y el suburbio salvaje de los gatos
que camuflan sus garras
entre los musgos?
¿Ves lejana una estrella
en el fondo del fondo de la cueva?
Me coges de la mano.
El acceso es estrecho.
O tú. O ella. O yo.
Hay alguien que vigila.
Burlemos al vigía.
Fuego para sus ojos vigilantes.
Viene la estrella hacia nosotros
callada como soledad.
¡Que ilumine fugaz la oscura cueva!
La soledad es bienvenida.
Bienvenida la estrella.
Dice que no nos ve.
Decimos que no la vemos a ella.
Nos ha dejado entrar
en un mundo de estrellas ciegas.
Te pregunto: ¿Son ojos
los ojos que no sueñan?
Sin mar ni sol,
agua del lodo beberemos, dices.
La soledad
de las cosas percibes que es memoria.
¿Intuición puede ser?
¿Y la percepción mágica
de un astro descendido que no es?
Si convergen memoria y soledad,
¿se extenderá la estrella por el lodo,
por el dorso del mundo y de las cosas?
Como un tic visionario, ante tus ojos,
son ángeles las rosas gigantescas
que crecen entre el musgo.
Y entre los tibios gatos que no han muerto
desaparece la mujer del río.
En el fondo del fondo de la cueva
un laúd suena.
¿Qué palabra emergiendo entre sus aguas
el río deletrea?
De la antología "La mujer rota"
Literalia Editores
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