El destino
Poema publicado el 27 de Junio de 2009
…Y esperarás un suave beso bajo la tenue luz de la luna;
y soñarás despierta, como ilusión, más sólo un sueño será.
…Y suspirarás sollozo, pensando en quién, según tú, ha de llegar;
y en silencio dirás su nombre, cual grito desesperado por él.
…Y sentirás lejos su arribo, segundo tras segundo en espera;
he imaginarás un sonido tras la puerta, más nada será.
Soplarás una de las cuatro velas que alumbra la habitación,
esperando nunca apagar la llama que arde de amor.
...Y llegarás a sentir soledad, al ver pasar los minutos del reloj,
minutos que antes, eran deseo y ternura al lado de él.
Soltarás la pluma de los pensamientos, y sentirás escalofríos;
y tu piel será testiga del temor que se siente sólo en el alma.
Y desearás que el tiempo se detenga y nunca siguiera su recorrido,
sentirás que enloqueces, como sin freno, ante la idea de no ser.
Y una triste lágrima brillará por tu roja mejilla,
mientras soplas otra vela que alumbra tu habitación.
Se empañará tu mirada, tras un momento de frío miedo;
y creerás ver un asombra tras la ventana,
correrás a cerrar las cortinas, esperando no soltar el llanto,
temblarás, como las hojas secas, sacudidas por el viento
y negarás sin freno lo que es evidente.
Tomarás el teléfono por inercia y nadie contestará;
ahora sí el miedo te inundará, cual río crecido.
Y te creerás loca, y hablarás en tu cabeza contigo misma
y gritarás al cielo su crueldad y dirás inmundicias.
Secarás una lágrima de tu rostro lacerado
y correrás a la puerta, la abrirás y caerás de rodillas,
llorando piedad por el amor que sientes en el corazón;
mas tu llanto será llevado por el viento que corre de noche.
Alzarás tu rostro deseando ver frente a ti su imagen,
y sentirás el viento que pasará acariciando tu frente
como si fuera una última caricia de despedida
que apagará una de las velas que alumbran la habitación.
Y comprenderás entonces, que nunca vendrá,
que aunque llores, eso no traerá de vuelta su alma.
Comprenderás que emprendió un viaje sin regreso
y que el único recuerdo de él, serás tú misma.
Las horas de esa fría noche se convertirán en eternas
mientras te resignas a la idea de perderlo.
Él nunca te mintió, y sabes que se fue sin desearlo,
pero que siempre estará allí para consolarte.
Llorarás su partida, pero vivirás por su recuerdo,
y serás portadora de su amor por siempre.
Y toda la vida soñarás el reencuentro de su amor,
y lograrás vivir solo con ese anhelo.
Mientras, te escribiré mil cartas y mil letras,
deseando nunca las encuentres ni las leas;
pues soy yo quién dicta como será la vida,
quien no entiende ni comprende el arte del amor,
soy yo el que nunca sabrá lo que es ser amado por ti,
pues soy yo, el amor, el odio, la muerte y el destino...
estuardo.mendoza@hotmail.com
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Poema publicado el 27 de Junio de 2009
…Y esperarás un suave beso bajo la tenue luz de la luna;
y soñarás despierta, como ilusión, más sólo un sueño será.
…Y suspirarás sollozo, pensando en quién, según tú, ha de llegar;
y en silencio dirás su nombre, cual grito desesperado por él.
…Y sentirás lejos su arribo, segundo tras segundo en espera;
he imaginarás un sonido tras la puerta, más nada será.
Soplarás una de las cuatro velas que alumbra la habitación,
esperando nunca apagar la llama que arde de amor.
...Y llegarás a sentir soledad, al ver pasar los minutos del reloj,
minutos que antes, eran deseo y ternura al lado de él.
Soltarás la pluma de los pensamientos, y sentirás escalofríos;
y tu piel será testiga del temor que se siente sólo en el alma.
Y desearás que el tiempo se detenga y nunca siguiera su recorrido,
sentirás que enloqueces, como sin freno, ante la idea de no ser.
Y una triste lágrima brillará por tu roja mejilla,
mientras soplas otra vela que alumbra tu habitación.
Se empañará tu mirada, tras un momento de frío miedo;
y creerás ver un asombra tras la ventana,
correrás a cerrar las cortinas, esperando no soltar el llanto,
temblarás, como las hojas secas, sacudidas por el viento
y negarás sin freno lo que es evidente.
Tomarás el teléfono por inercia y nadie contestará;
ahora sí el miedo te inundará, cual río crecido.
Y te creerás loca, y hablarás en tu cabeza contigo misma
y gritarás al cielo su crueldad y dirás inmundicias.
Secarás una lágrima de tu rostro lacerado
y correrás a la puerta, la abrirás y caerás de rodillas,
llorando piedad por el amor que sientes en el corazón;
mas tu llanto será llevado por el viento que corre de noche.
Alzarás tu rostro deseando ver frente a ti su imagen,
y sentirás el viento que pasará acariciando tu frente
como si fuera una última caricia de despedida
que apagará una de las velas que alumbran la habitación.
Y comprenderás entonces, que nunca vendrá,
que aunque llores, eso no traerá de vuelta su alma.
Comprenderás que emprendió un viaje sin regreso
y que el único recuerdo de él, serás tú misma.
Las horas de esa fría noche se convertirán en eternas
mientras te resignas a la idea de perderlo.
Él nunca te mintió, y sabes que se fue sin desearlo,
pero que siempre estará allí para consolarte.
Llorarás su partida, pero vivirás por su recuerdo,
y serás portadora de su amor por siempre.
Y toda la vida soñarás el reencuentro de su amor,
y lograrás vivir solo con ese anhelo.
Mientras, te escribiré mil cartas y mil letras,
deseando nunca las encuentres ni las leas;
pues soy yo quién dicta como será la vida,
quien no entiende ni comprende el arte del amor,
soy yo el que nunca sabrá lo que es ser amado por ti,
pues soy yo, el amor, el odio, la muerte y el destino...
estuardo.mendoza@hotmail.com
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