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La elocuente levedad - Poemas de Luis Gomez



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La elocuente levedad
Poema publicado el 02 de Septiembre de 2009

Ven con tu mente abierta, amor, y una vez más
Con la tristeza como ejemplo de esa parte del alma
Que se superpone al ínterin del ciclo de la calma
Y que nos lleva hacia la tierra del nunca jamás;

No creas que lo nuestro será solo la oportunidad
De ver como todas  las cosas suceden, y se pasan…
Siempre nos decimos que, a veces, sobra capacidad
Para reconocer que en la vida no siempre se fracasa,

Pero que la vez que ocurre,  el fracaso desalienta
Descorazona, humilla, desengaña, distrae
Como la frágil voz de un niño que te trae
Ecos lejanos de una vida vivida “a lo valiente”.

Somos el resultado de una vida otrora más liviana
Somos pobres de alma,  hechos para acercarnos;
Somos también el resultado de tener que alegrarnos
De poder tener la plenitud del alma soberana.

Sólo queda por ver, en el caso que podamos saberlo
En qué más podemos cambiar  ahora nuestra vida
El porqué de estar juntos, la razón de una bienvenida
El porqué de un amor así, que surgió sin conocerlo.-

¿Acaso son sólo versos de amor lo que necesitamos
O también otros escritos en prosa  a veces deseamos?
Yo creo que la vida nos lleva ahora a favor de corriente
Hacia una vida juntos, vivida de una forma diferente.

Hay muy poco de amor en un escrito en prosa
Hay mucho más romanticismo en el poema
Pero a veces, ninguna, o la suma de ambas cosas
Se bastan por si mismas para reiniciar el tema.

Cuando el amor ha muerto y el deseo ha volado
Formando una especie de limbo, límpido e inacabado
Una cohorte de lujuria extinguida, de besos a destiempo
Sólo resucitada, y ello no siempre  posible… con el tiempo.

Son versos, es verdad, hechos desde la melancolía,
Que nos oprime cada tarde el corazón sin disimulos
Necesarios, como lo es para la cerveza el lúpulo
Y tan faltos de ambición como sobrados de osadía.

Y que tan sólo predican un ejemplo ya oscuro,
Ya claro, como el agua que brota y que palpita
Por entre las rendijas de un sólido y alto muro,
Que para que corra dicha agua, abre bien la espita.

A una vertiente azul opuesta a la increíble y  opulenta
Suavidad del verde de la planta cuyas hojas son rojas,
Y cuyos tallos verdes recogidos en un solo manojo
Nos llevan hacia la cordura, si bien de una forma lenta.

Yo divago, y en mi escrito hay algunas levedades,
Cierto aroma a refrito, tal vez también algo de hastío
Pero también es cierto que siempre nuestro libre albedrío
Nos permite, si no decir mentiras, sí ocultar las verdades.

Poemas sin final son como almas irredentas
Presas de una cadena que aherroja y aprieta
Y cuyo sufrimiento está oculto tras de una careta
Que no nos deja ver la expresión de estar sedientos

De un poco de cariño, de unos gramos de amor
De una cierta nostalgia de un abrazo lejano
De la certeza de estar unidos por las manos
De la tierna caricia, que nos cura el dolor.

Y de la necesidad de decirnos adiós, sin paliativos,
Y con una cierta sensación de que la vida,
Sobre todo aquella parte, ya del todo vivida
Se basa en la repetición de unos pocos gestos primitivos

Coyright: LUISMEZ


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