Al echarme la siesta en el otro sofá noté un ligero cambio de perspectiva
Poema publicado el 11 de Octubre de 2023
Al echarme la siesta en el otro sofá
noté un ligero cambio de perspectiva.
Como un misterioso pasaporte algo cambió.
El tener que mirar desde otro sitio
no deja de ser una promesa.
Los objetos son lo que parecen
cuando desean formar parte de la escena
y de ese refugio un poco oscuro que es el pensamiento.
Debería olvidarme de ese dardo
envenenado de psicología. El umbral hacia una idea
no siempre está bien planteado
y encima es posible que empiece a arder todo
con la mejor intención.
De algún modo hay que dar ese paso
fuera del silencio, o junto a nubes
circulares de conquista. Como la prueba del algodón
sobre el minuto intacto de la herida.
"Resisti, reggi il filo ancora teso
tra grado e grado della febbre eterna,
sorridi, porta a compimento l´opera."
Todo propósito tiene la licencia de anularse.
Agitar esas luces es una opción poco factible.
Y aunque fuera factible ya qué importa.
Por ejemplo, cuando la galleta se ablanda
al entrar en contacto con el café caliente
se convierte en un patrón dentro de la lógica del día.
(Ese preciso momento en el que algo se deshace
y nombra mucho más de lo que nombra
en el circo óptico de la celebración.
Las cosas calurosas que se funden,
mecánica del inocente desayuno
que goza del compás de su catarsis).
Cuando respiro hondo, siento que existe un rumor
en medio de un desnudo planetario.
Cuando cojo las llaves de casa, doy fe
de la muerte del olvido.
Cuando escribo un poema, percibo las palabras
como una soledad que pertenece a un ciego.
La luz en el silencio de la tarde del opaco bosque
le dice a las ardillas lo que tienen que hacer.
Un paseo marítimo con cielo de tormenta
le dice a los amantes que cambien de sofá
y al mar que busque nuevas perspectivas.
Es un dictado
natural; así los vértices
de este sonido que se va extendiendo por todo el flanco.
Hay que conocer la posición,
tener muy claro el aparente subterfugio
sobre la línea que vibra
tan vital.
Y los soles que danzan y el triángulo con ecos
dando color y dulce simetría
a todo ese ramaje.
Como una identidad compartida se va formando una corriente de realidad,
de profanado enfoque.
Esa obsesión por demostrar lo indemostrable
no es otra cosa que un modo de saber sobre uno mismo.
El lenguaje aflora en el preludio de la mente
como un dios que ordenara peces de paciencia.
Un pez puede
avanzar muchos metros en el agua
para llegar a la sencilla conclusión de que el tiempo está bien hecho.
“Voy a defender mi proyecto
me cueste lo que me cueste”.
Cuando alguien dice algo así
pone a prueba su voluntad,
intenta comprender el mundo.
(de "Interminables", inédito, 2023)
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Poema publicado el 11 de Octubre de 2023
Al echarme la siesta en el otro sofá
noté un ligero cambio de perspectiva.
Como un misterioso pasaporte algo cambió.
El tener que mirar desde otro sitio
no deja de ser una promesa.
Los objetos son lo que parecen
cuando desean formar parte de la escena
y de ese refugio un poco oscuro que es el pensamiento.
Debería olvidarme de ese dardo
envenenado de psicología. El umbral hacia una idea
no siempre está bien planteado
y encima es posible que empiece a arder todo
con la mejor intención.
De algún modo hay que dar ese paso
fuera del silencio, o junto a nubes
circulares de conquista. Como la prueba del algodón
sobre el minuto intacto de la herida.
"Resisti, reggi il filo ancora teso
tra grado e grado della febbre eterna,
sorridi, porta a compimento l´opera."
Todo propósito tiene la licencia de anularse.
Agitar esas luces es una opción poco factible.
Y aunque fuera factible ya qué importa.
Por ejemplo, cuando la galleta se ablanda
al entrar en contacto con el café caliente
se convierte en un patrón dentro de la lógica del día.
(Ese preciso momento en el que algo se deshace
y nombra mucho más de lo que nombra
en el circo óptico de la celebración.
Las cosas calurosas que se funden,
mecánica del inocente desayuno
que goza del compás de su catarsis).
Cuando respiro hondo, siento que existe un rumor
en medio de un desnudo planetario.
Cuando cojo las llaves de casa, doy fe
de la muerte del olvido.
Cuando escribo un poema, percibo las palabras
como una soledad que pertenece a un ciego.
La luz en el silencio de la tarde del opaco bosque
le dice a las ardillas lo que tienen que hacer.
Un paseo marítimo con cielo de tormenta
le dice a los amantes que cambien de sofá
y al mar que busque nuevas perspectivas.
Es un dictado
natural; así los vértices
de este sonido que se va extendiendo por todo el flanco.
Hay que conocer la posición,
tener muy claro el aparente subterfugio
sobre la línea que vibra
tan vital.
Y los soles que danzan y el triángulo con ecos
dando color y dulce simetría
a todo ese ramaje.
Como una identidad compartida se va formando una corriente de realidad,
de profanado enfoque.
Esa obsesión por demostrar lo indemostrable
no es otra cosa que un modo de saber sobre uno mismo.
El lenguaje aflora en el preludio de la mente
como un dios que ordenara peces de paciencia.
Un pez puede
avanzar muchos metros en el agua
para llegar a la sencilla conclusión de que el tiempo está bien hecho.
“Voy a defender mi proyecto
me cueste lo que me cueste”.
Cuando alguien dice algo así
pone a prueba su voluntad,
intenta comprender el mundo.
(de "Interminables", inédito, 2023)
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