El tren
Poema publicado el 07 de Julio de 2009
Estoy subido en el tren,
ese, que siendo niño, con el humo
tantas veces me hizo viajar.
Mirando por la ventana,
con la cara pegada contra el cristal.
Que feliz era madre,
¡que feliz era yo!.
Veinticuatro horas subido en el tren,
para atravesar el pais de parte a parte, el tren de lugar a lugar y
el tiempo va discurriendo sin parar.
Mas tarde crucé el oceano tambien,
para llegar aca.
Sentia que parte de mi vida
se quedaba allá.
Que feliz era madre,
¡que feliz era yo!.
LLegamos por fin a este lugar.
Ropas grises y oscuras,
ni risas, ni conversación.
Musica funebre inundaba el ambiente,
en la Semana Santa tradicional.
Que triste era aquello madre,
¡que triste era yo!.
El tren imparable,
me enlazó en un matrimonio,
fue el destino que no quise,
pero no pude cambiar.
Que falta de responsabilidad madre,
¡que irresponsable era yo!.
De estación a estación,
seguía con la cara pegada al cristal.
El devenir del tiempo,
me preapró una trampa mortal,
salte del tren en marcha,
para volvermela a pegar.
Y me encuentro de nuevo,
con la cara pegada al cristal,
en el tren solitario,
que tren mas solitario madre,
¡que solo estoy!
Poema publicado el 07 de Julio de 2009
Estoy subido en el tren,
ese, que siendo niño, con el humo
tantas veces me hizo viajar.
Mirando por la ventana,
con la cara pegada contra el cristal.
Que feliz era madre,
¡que feliz era yo!.
Veinticuatro horas subido en el tren,
para atravesar el pais de parte a parte, el tren de lugar a lugar y
el tiempo va discurriendo sin parar.
Mas tarde crucé el oceano tambien,
para llegar aca.
Sentia que parte de mi vida
se quedaba allá.
Que feliz era madre,
¡que feliz era yo!.
LLegamos por fin a este lugar.
Ropas grises y oscuras,
ni risas, ni conversación.
Musica funebre inundaba el ambiente,
en la Semana Santa tradicional.
Que triste era aquello madre,
¡que triste era yo!.
El tren imparable,
me enlazó en un matrimonio,
fue el destino que no quise,
pero no pude cambiar.
Que falta de responsabilidad madre,
¡que irresponsable era yo!.
De estación a estación,
seguía con la cara pegada al cristal.
El devenir del tiempo,
me preapró una trampa mortal,
salte del tren en marcha,
para volvermela a pegar.
Y me encuentro de nuevo,
con la cara pegada al cristal,
en el tren solitario,
que tren mas solitario madre,
¡que solo estoy!
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Infantiles
Perdón
Religiosos
Tristeza y Dolor
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