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Mis enlutadas - Poemas de Manuel Gutiérrez Nájera



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Mis enlutadas
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008

       

Descienden taciturnas las      tristezas
al fondo de mi alma,
y entumecidas, haraposas, brujas,
con uñas negras
mi vida escarban.

              

De sangre es el color de sus      pupilas,
de nieve son sus lágrimas,
hondo pavor infunden... Yo las amo
por ser las solas
que me acompañan.

              

Aguárdolas ansioso, si el      trabajo
de ellas me separa,
y búscolas en medio del bullicio,
y son constantes,
y nunca tardan.

              

En las fiestas, a ratos se      me pierden
o se ponen la máscara,
pero luego las hallo, y así dicen:
-¡Ven con nosotras!
vamos a casa.

              

Suelen dejarme cuando      sonriendo
mis pobres esperanzas
como enfermitas, ya convalecientes,
salen alegres
a la ventana.

              

Corridas huyen, pero vuelven      luego
y por la puerta falsa
entran trayendo como nuevo huésped
alguna triste,               
lívida hermana.

              

Ábrese a recibirlas la      infinita
tiniebla de mi alma,
y van prendiendo en ella mis recuerdos
cual tristes cirios
de cera pálida.

              

Entre esas luces, rígido,      tendido,
mi espíritu descansa;
y las tristezas, revolando en torno,
lentas salmodias
rezan y cantan.

              

Escudriñan del húmedo      aposento
rincones y covachas,
el escondrijo do guardé cuidado
todas mis culpas,
todas mis faltas.

              

Y hurgando mudas, como      hambrientas lobas,
las encuentran, las sacan,
y volviendo a mi lecho mortuorio
me las enseñan
y dicen: habla.

              

En lo profundo de mi ser      bucean,
pescadoras de lágrimas,
y vuelven mudas con las negras conchas
en donde brillan
gotas heladas.

              

A veces me revuelvo contra      ellas
y las muerdo con rabia,
como la niña desvalida y mártir
muerde a la arpía               
que la maltrata.

              

Pero enseguida, viéndose      impotente,
mi cólera se aplaca.
¿Qué culpa tienen, pobres hijas mías,               
si yo las hice
con sangre y alma?

              

Venid, tristezas de pupila      turbia,
venid, mis enlutadas,
las que viajáis por la infinita sombra,
donde está todo
lo que se ama.

              

Vosotras no engañáis:      venid, tristezas,
oh mis criaturas blancas,
abandonadas por la madre impía,
tan embustera
por la esperanza!

              

Venid y habladme de las      cosas idas
de las tumbas que callan,
de muertos buenos y de ingratos vivos...
Voy con vosotras,
vamos a casa.




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