Lamentos semejantes
Poema publicado el 07 de Agosto de 2021
Amamos intensamente a quien elegimos para compartir la vida, ¿pero qué sucede?, ¿en qué rincón del sentir descansa quien fuese el primer amor?
El siguiente poema pretende penetrar en la evidencia de que la mayoría de veces el primer amor deja una importante huella.
LAMENTOS SEMEJANTES
En tarde de cementerio,
por caprichos del destino
dos seres inconsolables
de un pasado ya dormido.
Llora su pena el amante,
el que no encuentra consuelo,
el que compartió su vida
y que fue su compañero.
Con dos rosas en su mano
le va preguntando al cielo,
por qué incluyó a su amada
en tan terrible sorteo.
Que se le rompe la aurora
con ese sabor a muerto,
que el corazón compartido
quiere salirse del pecho.
Que no concibe más días
sin poder tener sus besos;
cómo podrá con su ausencia
respetar al universo.
Alejado del tumulto,
bajo un pino que le arropa,
el que fue su amor primero,
sin consuelo rabia y llora;
se va clavando las uñas
en el recuerdo que goza,
gritando desconsolado
que sea maldita la hora.
Recuerda aquel primer beso,
sus rizos de caracola,
en aquellos quince años
y su piel color de rosa.
Nadie le dice lo siento,
ni le miran ni le arropan,
cuando fue el primer testigo
de un te quiero de su boca.
Se cruzaron en la puerta
y desde el cielo una estrella
lanzó dos rayos en uno
que los lamentos uniera.
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Poema publicado el 07 de Agosto de 2021
Amamos intensamente a quien elegimos para compartir la vida, ¿pero qué sucede?, ¿en qué rincón del sentir descansa quien fuese el primer amor?
El siguiente poema pretende penetrar en la evidencia de que la mayoría de veces el primer amor deja una importante huella.
LAMENTOS SEMEJANTES
En tarde de cementerio,
por caprichos del destino
dos seres inconsolables
de un pasado ya dormido.
Llora su pena el amante,
el que no encuentra consuelo,
el que compartió su vida
y que fue su compañero.
Con dos rosas en su mano
le va preguntando al cielo,
por qué incluyó a su amada
en tan terrible sorteo.
Que se le rompe la aurora
con ese sabor a muerto,
que el corazón compartido
quiere salirse del pecho.
Que no concibe más días
sin poder tener sus besos;
cómo podrá con su ausencia
respetar al universo.
Alejado del tumulto,
bajo un pino que le arropa,
el que fue su amor primero,
sin consuelo rabia y llora;
se va clavando las uñas
en el recuerdo que goza,
gritando desconsolado
que sea maldita la hora.
Recuerda aquel primer beso,
sus rizos de caracola,
en aquellos quince años
y su piel color de rosa.
Nadie le dice lo siento,
ni le miran ni le arropan,
cuando fue el primer testigo
de un te quiero de su boca.
Se cruzaron en la puerta
y desde el cielo una estrella
lanzó dos rayos en uno
que los lamentos uniera.
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