Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Bajo mis ojos te extendÃas,
paÃs de dunas -ocres, claras.
El viento en busca de agua se detuvo,
paÃs de fuentes y latidos.
Vasta como la noche,
cabÃas en la cuenca de mi mano.
Después, el despeñarse inmóvil
adentro afuera de nosotros mismos.
comà tinieblas con los ojos,
bebà el agua del tiempo, bebà noche.
Palpé entonces el cuerpo de una música
oÃda con la yema de los dedos.
Juntos, barcas oscuras
a la sombra amarradas,
nuestros cuerpos tendidos.
Las almas, desatadas,
lámparas navegantes
sobre el agua nocturna.
Abriste al fin los ojos.
te mirabas mirada por mis ojos
y desde mi mirada te mirabas:
como el fruto en la yerba,
como la piedra en el estanque,
caÃas en ti misma.
Dentro de mà subÃa una marea
y con puño impalpable golpeaba
la puerta de tus párpados:
mi muerte, que querÃa conocerte,
mi muerte, que querÃa conocerse.
Me enterré en tu mirada.
Fluyen por las llanura de la noche
nuestros cuerpos: son tiempo que se acaba,
presencia disipada de un abrazo;
pero son infinitos y al tocarlos
nos bañamos en rÃos de latidos,
volvemos al perpetuo recomienzo.
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