Canto al desierto
Poema publicado el 23 de Enero de 2009
Abrasiva polvareda
Soledad que se desnuda
En ardientes calvijares
Lomeríos encardados
En ocres los horizontes
Un azul azul celestial
Árida agreste belleza
Calcinada de maleza
Consumida resequedad
Viejo diluvio de sol
Viento caliente soplador
Remolino abrasador
Vibran espejos etéreos
Anchuras de lomeríos
Suaves bríos de roquedal
Allí un ave pasajera
Allá un artero animal
Adorna el cactus su nidal
Palmeras canas de flores
Todas gigantes armadas
De sus amarillas torres
Lenta planicie rastrera
Escenario suspendido
Horizonte carretero
En tu cuerpo he dormido
Y quemado con tus besos
Holladas de tus araños
Alma de espina y punta
Heredades de surcadas
Caminos de tus agujas
En tu seno de guijarros
Tus ríos de piedras negras
Que no preguntan su ruta
Caminando muy ligero
Parece que sueña y canta
Aquella nube que apunta
Dime piel de polvo y condena
¿Por qué me embriaga tu sol
Si a mi garganta no llenas?
¡Ay como te añoro ahora
Recuerdo tu atardecer
De azafrán desparramado!
Negra de sol la tarde
Y un cielo azul que se esconde
En pétreo mar desbocado
Altas olas de lomeros
Quisiera montar en ellas
Hundiendo el puñal ardiente
Beber el aire caliente
En la sombra del mezquite
Mascando el fruto que adorna
Abalorio en duro leño
Ajuares de espinas blancas
Flor menudita y refina
Lagartijas sofocadas
A tu espalda encaramadas
Con sus lenguas encarnadas
¿Quién lava tu campo seco
Con torrencial aguacero
Y olor a tierra mojada?
¡Ay mi querido desierto
Desierto agraz y fiero
Tienes vientre de mujer!
Yo quiero que a mi me entierren
Con el manto de tu suelo
Sobre el mismo polvadero.
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Poema publicado el 23 de Enero de 2009
Abrasiva polvareda
Soledad que se desnuda
En ardientes calvijares
Lomeríos encardados
En ocres los horizontes
Un azul azul celestial
Árida agreste belleza
Calcinada de maleza
Consumida resequedad
Viejo diluvio de sol
Viento caliente soplador
Remolino abrasador
Vibran espejos etéreos
Anchuras de lomeríos
Suaves bríos de roquedal
Allí un ave pasajera
Allá un artero animal
Adorna el cactus su nidal
Palmeras canas de flores
Todas gigantes armadas
De sus amarillas torres
Lenta planicie rastrera
Escenario suspendido
Horizonte carretero
En tu cuerpo he dormido
Y quemado con tus besos
Holladas de tus araños
Alma de espina y punta
Heredades de surcadas
Caminos de tus agujas
En tu seno de guijarros
Tus ríos de piedras negras
Que no preguntan su ruta
Caminando muy ligero
Parece que sueña y canta
Aquella nube que apunta
Dime piel de polvo y condena
¿Por qué me embriaga tu sol
Si a mi garganta no llenas?
¡Ay como te añoro ahora
Recuerdo tu atardecer
De azafrán desparramado!
Negra de sol la tarde
Y un cielo azul que se esconde
En pétreo mar desbocado
Altas olas de lomeros
Quisiera montar en ellas
Hundiendo el puñal ardiente
Beber el aire caliente
En la sombra del mezquite
Mascando el fruto que adorna
Abalorio en duro leño
Ajuares de espinas blancas
Flor menudita y refina
Lagartijas sofocadas
A tu espalda encaramadas
Con sus lenguas encarnadas
¿Quién lava tu campo seco
Con torrencial aguacero
Y olor a tierra mojada?
¡Ay mi querido desierto
Desierto agraz y fiero
Tienes vientre de mujer!
Yo quiero que a mi me entierren
Con el manto de tu suelo
Sobre el mismo polvadero.
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