Casualidad
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Y pensar que pudimos no habernos conocido!
¿No meditas cuán buena nuestra fortuna ha sido
para que al fin estemos uno del otro al lado,
para que seas mÃa, para ser yo tu amado?
"El uno para el otro nacimos... Asà dices.
Pero ¡qué coincidencias para ser tan felices!
Antes de que en la vida, con un amor profundo,
la suerte unido hubiera tu corazón al mÃo
-siendo el tiempo tan largo, siendo tan grande el mundo-;
vivimos separados, solos, con hondo hastÃo...
¡Y pudimos entonces, por capricho del hado,
en el haz de la tierra no habernos encontrado!
¿No has pensado, en el arduo sendero recorrido,
en los peligros graves y azares que ha corrido
nuestra dicha -esa dicha, manantial de ilusiones,
que el mundo entero ahora nos hace ver hermoso-
cuando el uno hacia el otro, con poder misterioso,
gravitaban callados nuestros dos corazones?
¿No sabes que ese viaje no tenÃa certeza,
el viaje hacia una noche por mà no presentida,
de que un capricho apenas o un dolor de cabeza
han podido apartarnos para siempre en la vida?
Nunca te habÃa dicho, ¡cosa muy rara!, que
cuando por vez primera te vi, no me fijé
en que eras tú bonita; lo digo francamente:
te miré aquella noche con aire indiferente.
Con su risa, tu amiga mi tedio distraÃa;
fue más tarde cuando ambos cruzamos la mirada,
y si algo sentà entonces que hacia ti me atraÃa,
tú no lo comprendiste... Mas no me atrevà a nada.
Si esa noche tu madre te hubiera conducido
más temprano a su casa, ¿qué habrÃa sucedido?
¿Y si el rubor no hubiera de pronto, cuando el manto
te coloqué en los hombros, a tu rostro subido? .
Porque ésa fue la causa de todo lo ocurrido.
Aquella noche, aquélla de inolvidable encanto,
un retardo cualquiera, cualquier inconveniente
que en ese viaje hubiera surgido de repente,
esta embriaguez de ahora ninguno sentirÃa,
ni este placer sin nombre que absorbe nuestra mente.
En mi alma, que es otra, tu amor no existirÃa,
y tu vida, en mi vida nada... nada serÃa!
Corazoncito mÃo, que me apartas lo triste
de la vida, y alegras con luz mi porvenir...
Pienso en aquellos dÃas cuando enferma estuviste
y creÃamos todos que te ibas a morir.
Versión de Ismael Enrique Arciniegas
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Y pensar que pudimos no habernos conocido!
¿No meditas cuán buena nuestra fortuna ha sido
para que al fin estemos uno del otro al lado,
para que seas mÃa, para ser yo tu amado?
"El uno para el otro nacimos... Asà dices.
Pero ¡qué coincidencias para ser tan felices!
Antes de que en la vida, con un amor profundo,
la suerte unido hubiera tu corazón al mÃo
-siendo el tiempo tan largo, siendo tan grande el mundo-;
vivimos separados, solos, con hondo hastÃo...
¡Y pudimos entonces, por capricho del hado,
en el haz de la tierra no habernos encontrado!
¿No has pensado, en el arduo sendero recorrido,
en los peligros graves y azares que ha corrido
nuestra dicha -esa dicha, manantial de ilusiones,
que el mundo entero ahora nos hace ver hermoso-
cuando el uno hacia el otro, con poder misterioso,
gravitaban callados nuestros dos corazones?
¿No sabes que ese viaje no tenÃa certeza,
el viaje hacia una noche por mà no presentida,
de que un capricho apenas o un dolor de cabeza
han podido apartarnos para siempre en la vida?
Nunca te habÃa dicho, ¡cosa muy rara!, que
cuando por vez primera te vi, no me fijé
en que eras tú bonita; lo digo francamente:
te miré aquella noche con aire indiferente.
Con su risa, tu amiga mi tedio distraÃa;
fue más tarde cuando ambos cruzamos la mirada,
y si algo sentà entonces que hacia ti me atraÃa,
tú no lo comprendiste... Mas no me atrevà a nada.
Si esa noche tu madre te hubiera conducido
más temprano a su casa, ¿qué habrÃa sucedido?
¿Y si el rubor no hubiera de pronto, cuando el manto
te coloqué en los hombros, a tu rostro subido? .
Porque ésa fue la causa de todo lo ocurrido.
Aquella noche, aquélla de inolvidable encanto,
un retardo cualquiera, cualquier inconveniente
que en ese viaje hubiera surgido de repente,
esta embriaguez de ahora ninguno sentirÃa,
ni este placer sin nombre que absorbe nuestra mente.
En mi alma, que es otra, tu amor no existirÃa,
y tu vida, en mi vida nada... nada serÃa!
Corazoncito mÃo, que me apartas lo triste
de la vida, y alegras con luz mi porvenir...
Pienso en aquellos dÃas cuando enferma estuviste
y creÃamos todos que te ibas a morir.
Versión de Ismael Enrique Arciniegas
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