Octava nefasta.
Poema publicado el 30 de Abril de 2010
Mecíase la noche estrellada, rota
como aquesta ánima de mi ser herida...
Mi pobre corazón -¡oh, cual triste trota
pobre bruto!- mira a su adentro; bebida
la sangre, muerta la vida... y ya me brota
por mi boca una putrefacta y vencida
esencia que el pudor desata y mi nervio empaña.
La voz que con una brisa vilmente se ensaña
con mi confundido y al sueño dejado
-¡ay, eterno letargo!- sentido...
Unos ojos trémulos que han masacrado
en mil lances a los míos... Dividido
está mi cuerpo y espíritu (de lado
a lado) por cada uno de ellos... ¡Servido
con mi alma carbonizada Inferno habrá de estar!
¡Enterrado yo para por nunca despertar!
Allá va la asesina; lejos se aleja,
noto su perfume, el hedor que al amor
negado es -de violines fragancia y teja
de estrella en el estrellado restertor
de la luna en el cielo clavada- semeja
mi mortaja con ritmo de mi tambor
interno sin sangre ya, parado. ¡Adiós, me muero,
mas en la tumba solitaria aún tu labio espero!
Quemado Baroja.
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Poema publicado el 30 de Abril de 2010
Mecíase la noche estrellada, rota
como aquesta ánima de mi ser herida...
Mi pobre corazón -¡oh, cual triste trota
pobre bruto!- mira a su adentro; bebida
la sangre, muerta la vida... y ya me brota
por mi boca una putrefacta y vencida
esencia que el pudor desata y mi nervio empaña.
La voz que con una brisa vilmente se ensaña
con mi confundido y al sueño dejado
-¡ay, eterno letargo!- sentido...
Unos ojos trémulos que han masacrado
en mil lances a los míos... Dividido
está mi cuerpo y espíritu (de lado
a lado) por cada uno de ellos... ¡Servido
con mi alma carbonizada Inferno habrá de estar!
¡Enterrado yo para por nunca despertar!
Allá va la asesina; lejos se aleja,
noto su perfume, el hedor que al amor
negado es -de violines fragancia y teja
de estrella en el estrellado restertor
de la luna en el cielo clavada- semeja
mi mortaja con ritmo de mi tambor
interno sin sangre ya, parado. ¡Adiós, me muero,
mas en la tumba solitaria aún tu labio espero!
Quemado Baroja.
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