Y el dia se hizo noche
Poema publicado el 26 de Enero de 2012
Y EL DIA SE HIZO NOCHE
Tan inmensa vi la noche
que el roce de tus manos
casi no sentí.
Todo estaba perfectamente
en su lugar…
las estrellas, la luna, tú.
Al contemplar la oscuridad
que cubría nuestras vidas,
descubrí en ese anochecer
la tibieza de tu compañía.
Probamos…
pero no caímos en tentación,
sentimos el viento murmurando
y atravesamos el oscuro manto.
Al adentrarnos vi como escapabas de mí;
todo el maldito abismo te absorbía,
sobre el me lance, pero….
solo busqué que la noche se hiciera día.
Y con el amanecer, me vi sentado
bajo la copa de un árbol
y desperté sollozando;
dos lágrimas cristalinas brotaban de mis ojos
y bañaban mis mejillas.
Poniéndome de pie,
observé el horizonte y su grandeza;
a lo lejos divisé una silueta.
Me fui acercando poco a poco a ella,
sin saber lo esperado,
esperando no saber.
Y al llegar a ella,
tocándola con suavidad
para no dañar ese tul
con que estaba envuelta; le vi.
Y al verle el rostro,
me transporté al oscuro manto
y me tiré al abismo.
Pero esta vez llegué al fondo,
y la silueta desapareció y estabas tú;
sonriéndome y ofreciéndome tus brazos.
Y así, al ser tragado por el gran abismo
donde hacíamos del amor un gran derroche…
el día, se hizo noche.
CONTACTO: radamante65@hotmail.com
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Poema publicado el 26 de Enero de 2012
Y EL DIA SE HIZO NOCHE
Tan inmensa vi la noche
que el roce de tus manos
casi no sentí.
Todo estaba perfectamente
en su lugar…
las estrellas, la luna, tú.
Al contemplar la oscuridad
que cubría nuestras vidas,
descubrí en ese anochecer
la tibieza de tu compañía.
Probamos…
pero no caímos en tentación,
sentimos el viento murmurando
y atravesamos el oscuro manto.
Al adentrarnos vi como escapabas de mí;
todo el maldito abismo te absorbía,
sobre el me lance, pero….
solo busqué que la noche se hiciera día.
Y con el amanecer, me vi sentado
bajo la copa de un árbol
y desperté sollozando;
dos lágrimas cristalinas brotaban de mis ojos
y bañaban mis mejillas.
Poniéndome de pie,
observé el horizonte y su grandeza;
a lo lejos divisé una silueta.
Me fui acercando poco a poco a ella,
sin saber lo esperado,
esperando no saber.
Y al llegar a ella,
tocándola con suavidad
para no dañar ese tul
con que estaba envuelta; le vi.
Y al verle el rostro,
me transporté al oscuro manto
y me tiré al abismo.
Pero esta vez llegué al fondo,
y la silueta desapareció y estabas tú;
sonriéndome y ofreciéndome tus brazos.
Y así, al ser tragado por el gran abismo
donde hacíamos del amor un gran derroche…
el día, se hizo noche.
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