En el dia del padre
Poema publicado el 28 de Enero de 2012
A TI PADRE
Hoy quiero conmemorarte por estar celebrándose el Día del Padre.
Hoy evoco tu figura padre mío, sentado en el redondel de la vida labrando surcos de esperanza.
Como norte, obtuviste tu vocación por el trabajo; y como guía, la honradez y la responsabilidad.
Como testigo mudo de ese andar por la vida, quedan tus manos callosas y las arrugas de tu frente bordeadas por ese pelo entrecano que nos avizoran tiempos pasados.
Por ese ejemplo de temple y trabajo fue que te convertiste en ese guía necesario para levantar y orientar a tu familia, orgulloso tú de nosotros y nosotros de ti.
Hoy quiero invocar los momentos vividos bajo tu amparo, como persiguiendo sombras bajo la luz de la luna, en caminos serpenteados y acompañado por un coro celestial.
Así es tu vida, con carácter agridulce… dependiendo de la ocasión, pero el pulso firme, sin dudar un paso atrás.
Quiero agradecerte, padre mío, por tener tanta paciencia para manejar los altibajos de la vida. Hoy, como todo final feliz, nos acercamos a puerto seguro, con las velas infladas de orgullo, empujando hacia el poniente y tu estarás en la proa, como siempre, indicándonos que el viaje está a punto de concluir.
Dr. Rafael Alaña
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Poema publicado el 28 de Enero de 2012
A TI PADRE
Hoy quiero conmemorarte por estar celebrándose el Día del Padre.
Hoy evoco tu figura padre mío, sentado en el redondel de la vida labrando surcos de esperanza.
Como norte, obtuviste tu vocación por el trabajo; y como guía, la honradez y la responsabilidad.
Como testigo mudo de ese andar por la vida, quedan tus manos callosas y las arrugas de tu frente bordeadas por ese pelo entrecano que nos avizoran tiempos pasados.
Por ese ejemplo de temple y trabajo fue que te convertiste en ese guía necesario para levantar y orientar a tu familia, orgulloso tú de nosotros y nosotros de ti.
Hoy quiero invocar los momentos vividos bajo tu amparo, como persiguiendo sombras bajo la luz de la luna, en caminos serpenteados y acompañado por un coro celestial.
Así es tu vida, con carácter agridulce… dependiendo de la ocasión, pero el pulso firme, sin dudar un paso atrás.
Quiero agradecerte, padre mío, por tener tanta paciencia para manejar los altibajos de la vida. Hoy, como todo final feliz, nos acercamos a puerto seguro, con las velas infladas de orgullo, empujando hacia el poniente y tu estarás en la proa, como siempre, indicándonos que el viaje está a punto de concluir.
Dr. Rafael Alaña
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