Elegí - v p veronica
Poema publicado el 04 de Agosto de 2011
Admiré el cielo cuando iluminaba sus farolas
y cuando dejaba su lagrima.de aroma acuosa.
Pero elegí tu sudor,
como el agua destilada de una lluvia nocturna
y el crispar del techo
con que mis oídos duermen sus sueños cada noche.
Olor a maíz huele tu cabellera,
de las nubes a las atalayas del cielo
con el olor de los cereales tostados que amo.
Me atraen tus contrarias regiones de sexo
como un taladro inútil si no perfora un hueco.
Ya subasté mis dolores y mis pesares rendidos
cuando encontré tu alma de jueza ecléctica y
no hubo ya mas primaveras sin verdes, porque
amada, tu reconociste mis honores.
Contigo puedo llorar como el rocío al alba y sin pudor
al conocer tu hombro verde de reposo
y las rimas consolantes de tu pecho.
También conocí la rama del pino, su piña y la trementina,
pero elegí tus brazos de raíz
y tus esencias del tilo indivisibles de tu cuerpo.
Hecho de todas las hebras, las raíces y los filamentos
de la brillante telaraña que llega de visita por las tardes
me quedé con todo tus pelos y
de los ínfimos tesoros de mi corazón
elegí como arca depositaria
tu salvaje corazón y la dulzura espesa de tu alma.
Pero elegí tus secuestros raptando mis pasadas sombras
al fulgor perpetuo de nuestro vivo amor respirante.
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Poema publicado el 04 de Agosto de 2011
Admiré el cielo cuando iluminaba sus farolas
y cuando dejaba su lagrima.de aroma acuosa.
Pero elegí tu sudor,
como el agua destilada de una lluvia nocturna
y el crispar del techo
con que mis oídos duermen sus sueños cada noche.
Olor a maíz huele tu cabellera,
de las nubes a las atalayas del cielo
con el olor de los cereales tostados que amo.
Me atraen tus contrarias regiones de sexo
como un taladro inútil si no perfora un hueco.
Ya subasté mis dolores y mis pesares rendidos
cuando encontré tu alma de jueza ecléctica y
no hubo ya mas primaveras sin verdes, porque
amada, tu reconociste mis honores.
Contigo puedo llorar como el rocío al alba y sin pudor
al conocer tu hombro verde de reposo
y las rimas consolantes de tu pecho.
También conocí la rama del pino, su piña y la trementina,
pero elegí tus brazos de raíz
y tus esencias del tilo indivisibles de tu cuerpo.
Hecho de todas las hebras, las raíces y los filamentos
de la brillante telaraña que llega de visita por las tardes
me quedé con todo tus pelos y
de los ínfimos tesoros de mi corazón
elegí como arca depositaria
tu salvaje corazón y la dulzura espesa de tu alma.
Pero elegí tus secuestros raptando mis pasadas sombras
al fulgor perpetuo de nuestro vivo amor respirante.
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