Hablan las novias...
Poema publicado el 10 de Octubre de 2015
Corté el mazo bocabajo. Era víspera de San Juan y el miércoles no es buen día para augurios. Salieron el caballo de copas y un rey de oro con el dos por medio. El brindis estaba asegurado. Sin embargo esa noche no volviste.
Corté de nuevo mas habías deshecho la partida. Como tantas veces no supe dónde colocar el mazo o si abrir en tres mis argumentos. Eso fue hace un año. Ahora propongo novedades a damas y caballeros que luzcan sombreros de antaño. Supongo nadie vendrá a creer la profecía de los arcanos o a decirme que deje la bola de azufre en la mesita.
He prometido no recordar el nombre de las clientas. Prender incienso en las cocheras o rezar una novena a la virgen del relicario. Pero es víspera de San Juan y comienzo a tener miedo de las predicciones; a esa luz en mi ventana tan perturbadora. Solo debo rosear agua bendita los domingos, que se llene la casa de verbena y el olor a nomeolvides.
Las visiones ayer solían prepararnos contra épocas modernas. Cuando llenábamos demasiado las tinajas. Los pocillos de colores. Queríamos derramar el agua por aquel balcón que conduce al cielo. Todo para iluminarte. Y menguó el ejercicio en la madeja. A disiparse en un rincón nebuloso. Las cartas hoy no son las mismas. Ninguna habla de nosotros. Ninguna se reconcilia con aquel pasado. Basta cortar en tres. Que el mazo determine la secuencia y un caballo de copas adivina dónde quedó mi voluntad. La angustia en el umbráculo, herida.
Las cartas saben que mañana puedo arrepentirme.
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Poema publicado el 10 de Octubre de 2015
Corté el mazo bocabajo. Era víspera de San Juan y el miércoles no es buen día para augurios. Salieron el caballo de copas y un rey de oro con el dos por medio. El brindis estaba asegurado. Sin embargo esa noche no volviste.
Corté de nuevo mas habías deshecho la partida. Como tantas veces no supe dónde colocar el mazo o si abrir en tres mis argumentos. Eso fue hace un año. Ahora propongo novedades a damas y caballeros que luzcan sombreros de antaño. Supongo nadie vendrá a creer la profecía de los arcanos o a decirme que deje la bola de azufre en la mesita.
He prometido no recordar el nombre de las clientas. Prender incienso en las cocheras o rezar una novena a la virgen del relicario. Pero es víspera de San Juan y comienzo a tener miedo de las predicciones; a esa luz en mi ventana tan perturbadora. Solo debo rosear agua bendita los domingos, que se llene la casa de verbena y el olor a nomeolvides.
Las visiones ayer solían prepararnos contra épocas modernas. Cuando llenábamos demasiado las tinajas. Los pocillos de colores. Queríamos derramar el agua por aquel balcón que conduce al cielo. Todo para iluminarte. Y menguó el ejercicio en la madeja. A disiparse en un rincón nebuloso. Las cartas hoy no son las mismas. Ninguna habla de nosotros. Ninguna se reconcilia con aquel pasado. Basta cortar en tres. Que el mazo determine la secuencia y un caballo de copas adivina dónde quedó mi voluntad. La angustia en el umbráculo, herida.
Las cartas saben que mañana puedo arrepentirme.
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