Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Hora de amor. Qué dios envenena mi alma
con labios que sonrÃen y ojos verdes
mientras la tarde en su jardÃn me encierra
y me incendia y abrasa con sus pájaros.
Pasos mÃos, ¿adónde me lleváis?
¿Por qué verdes veredas?
¿A qué rincones plácidos o lugares de duelo?
Hora de fuego lánguido
cuando el dÃa es un cisne que canta en su agonÃa
con bella luz que nunca se repite,
hora de amor sombrÃamente dulce,
arráncame de mÃ, quiero huir de mà mismo,
ser aire, tierra, planta,
sin alma, sin conciencia,
beso, caricia, soplo,
rama en el viento, verde hoja al aire.
No hay tierra en mÃ. Soy fuego
desesperado, inútil como astro en la noche
pero bello en mi luz solitaria que sufre.
Soy fantasÃa del agua que nadie ve en la noche,
sueño que al despertar no se recuerda
mas que pone en los labios y el rostro su hermosura,
amor, amor oculto que florece
en el cáliz de junio.
La llama que asà misma se devora,
la lluvia sobre el agua,
las gotas de perfume que ruedan por su pétalo,
el rayo que en el seno de la nube se esconde,
oh, amor, son formas tuyas
que en mà suspiran, presas, por su amante.
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