La soledad
Poema publicado el 18 de Enero de 2011
En este atardecer sombrío
me someto al silencio,
que me habla y me recita entre estrofas
la verdad de la melancolía.
Quiero escapar pero no puedo,
este silencio que es la voz de la soledad
me acribilla los oídos, me asfixia y no me deja respirar,
corro, quiero escapar...
pero la escucho a lo lejos
tan silente y tan golpeante
como el morir de una hoja
que se estrella en el estanque.
Me paro aturdida, no puedo más,
dejo que me abrace con sus gélidos brazos
que me cubra con su oscuro manto,
maldita soledad que me envuelve y me condena
castigándome al vacío,
¡qué cruel y qué mal amiga eres!
remueves mis penas, mis temores
los miedos se engrandecen, se azotan mis sentidos
y haces que mi alma llore como un niño.
Grito y nadie me escucha
estoy sóla ante ti,
indefensa y sumisa
mientras tú me contemplas rígida, desafiante, burlona,
y con tu mirada fría y hechicera
enturbias mis adentros.
Soledad, ¿por qué te ensañas conmigo?
¿por qué siempre apareces cuando nunca te busco?
...
Al final, con el paso del tiempo, me acostumbro a tu presencia y te tomo como mejor amiga
al fin y al cabo eres la única que me ofreces tu compañía y no me pides nada a cambio.
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Poema publicado el 18 de Enero de 2011
En este atardecer sombrío
me someto al silencio,
que me habla y me recita entre estrofas
la verdad de la melancolía.
Quiero escapar pero no puedo,
este silencio que es la voz de la soledad
me acribilla los oídos, me asfixia y no me deja respirar,
corro, quiero escapar...
pero la escucho a lo lejos
tan silente y tan golpeante
como el morir de una hoja
que se estrella en el estanque.
Me paro aturdida, no puedo más,
dejo que me abrace con sus gélidos brazos
que me cubra con su oscuro manto,
maldita soledad que me envuelve y me condena
castigándome al vacío,
¡qué cruel y qué mal amiga eres!
remueves mis penas, mis temores
los miedos se engrandecen, se azotan mis sentidos
y haces que mi alma llore como un niño.
Grito y nadie me escucha
estoy sóla ante ti,
indefensa y sumisa
mientras tú me contemplas rígida, desafiante, burlona,
y con tu mirada fría y hechicera
enturbias mis adentros.
Soledad, ¿por qué te ensañas conmigo?
¿por qué siempre apareces cuando nunca te busco?
...
Al final, con el paso del tiempo, me acostumbro a tu presencia y te tomo como mejor amiga
al fin y al cabo eres la única que me ofreces tu compañía y no me pides nada a cambio.
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