Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
Un sueño soñaba anoche,
soñito del alma mÃa,
soñaba con mis amores
que en mis brazos la tenÃa.
Vi entrar señora tan blanca
muy más que la nieve frÃa.
- ¿Por dónde has entrado amor?
¿Cómo has entrado mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosÃas.
- No soy el amor, amante:
la Muerte que Dios te envÃa.
- ¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un dÃa!
- Un dÃa no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy de prisa se calzaba,
más de prisa se vestÃa;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivÃa.
- ¡Ãbreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta niña!
- ¿Como te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
- Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida serÃa.
- Vete bajo la ventana
donde ladraba y cosÃa,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare
mis trenzas añadirÃa.
La fina seda se rompe;
la Muerte que allà venÃa:
- Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.
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