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Telenovela - Poemas de Rosario Castellanos



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Telenovela
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008

El sitio que dej贸 vacante Homero,
el centro que ocupaba Scherezada
(o antes de la invenci贸n del lenguaje, el lugar
en que se congregaba la gente de la tribu
para escuchar al fuego)
ahora est谩 ocupado por la Gran Caja Idiota.
              
Los hermanos olvidan sus rencillas
y fraternizan en el mismo sof谩; se帽ora y sierva
declaran abolidas diferencias de clase
y ahora son algo m谩s que iguales: c贸mplices.
              
La muchacha abandona
el balc贸n que le sirve de vitrina
para exhibir disponibilidades
y hasta el padre renuncia a la partida
de domin贸 y pospone
los otros vergonzantes merodeos nocturnos.
              
Porque aqu铆, en la pantalla, una enfermera
se enfrenta con la esposa fr铆vola del doctor
y le dicta una c谩tedra
en que habla de moral profesional
y las interferencias de la vida privada.
              
Porque una viuda cosa hasta perder la vista
para costear el baile de su hija quincea帽era
que se averg眉enza de ella y de su sacrificio
y la hace figurar como una criada.
              
Porque una novia espera al que se fue;
porque una intrigante urde mentiras:
porque se falsifica un testamento;
porque una soltera da un mal paso
y no acierta a ocultar las consecuencias.
              
Pero tambi茅n porque la debutante
ahuyenta a todos con su mal aliento.
Porque la lavandera entona una aleluya
en loor del poderoso detergente.
Porque el amor est谩 garantizado
por un desodorante
y una marca especial de cigarrillos
y hay que brindar por 茅l con alguna bebida
que nos hace felices y distintos.
              
Y hay que comprar, comprar, comprar, comprar.
Porque compra es sin贸nimo de orgasmo,
porque comprar es igual que beatitud,
porque el que compra se hace semejante a dioses.
              
No hay en ello herej铆a.
Porque en la concepci贸n y en la creaci贸n del hombre
se us贸 como elemento la carencia.
Se hizo de 茅l un ser menesteroso,
una criatura a la que le hace falta
lo grande y lo peque帽o.
              
Y el secreto teol贸gico, el murmullo
murmurado al o铆do del poeta,
la discusi贸n del aula del fil贸sofo
es ahora potestad del publicista.
              
Como dijimos antes no hay nada malo en ello.
Se est谩 siguiendo un orden natural
y recurriendo a su canal id贸neo.
              
Cuando el programa acaba
la reuni贸n se disuelve.
Cada uno va a su cuarto
mascullando un -apenas- "buenas noches".
              
Y duerme. Y tiene hermosos sue帽os prefabricados.




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